El pez por su boca muere

Rodolfo Díaz Fonseca
26 agosto 2016

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Dice un refrán que “el pez por su boca muere”, aludiendo al hecho de que es atrapado cuando muerde el anzuelo. Lo mismo le sucede al ser humano; hay ocasiones en que una persona se arrepentirá toda la vida de abrir la boca de más, o de abrirla a destiempo.
Son muchos las dichos que afirman que es mejor pecar de callado, que de hablador o parlanchín. “Es de sabios callar y de necios hablar”; “el habla es plata, el silencio es oro”; “quien mucho habla, mucho yerra”; “habla poco y anda grave, y parecerá que sabes”; “el poco hablar es oro y el mucho es lodo”; el callar no te convierte en sabio, pero disimula tu ignorancia”; “en boca cerrada no entran moscas”; “a buen entendedor, pocas palabras”; “una imprudente palabra, nuestra ruina labra”; “del escuchar proviene la sabiduría y del hablar el arrepentimiento”.
Es cierto que no siempre se aconseja callar. En ocasiones se recomienda hablar para malinterpretar, tomar una decisión equivocada o culpar injustificadamente: “Más vale una palabra a tiempo, que 100 a destiempo”; “el que calla otorga”. Sin embargo, invariablemente es mejor parecer sabio que exhibirse como necio.
Mientras más se habla existe mayor riesgo de incurrir en excesos. Para muestra, la reciente declaración de la titular de la Sedatu, Rosario Robles, tratando de minimizar las acusaciones de corrupción publicadas en medios de información en contra del Gobernador de Chihuahua, César Duarte.
“Yo lo he vivido, las tormentas van y vienen, los periódicos se hicieron para matar moscas y limpiar vidrios”, dijo Robles.
Al día siguiente se disculpó en su cuenta de twitter: “Ayer dije una desafortunada frase sobre los periódicos. Sé de su importancia y honestamente me disculpo por ello”.
¿Sé callar? ¿Me excedo en el hablar?

 

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@rodolfodiazf