Anteproyecto de Ley General de la Educación Superior. Un reconocimiento y dos críticas

BERNARDO TRIMIÑO QUIALA
04 diciembre 2019

""

Dr. Bernardo Trimiño Quiala

Investigador del Centro de Investigación e Innovación Educativa de Sistema Valladolid

Es obligado hoy opinar sobre los grandes problemas que presenta la Educación Superior Mexicana. Es por ello, que aprovecho el espacio que me brinda esta columna para proponer un breve análisis del Anteproyecto de Ley General de la Educación Superior, que rebase la comprensión de los imprescindibles procesos educativos; así como, de la formación inicial y posgraduada de los profesionales mexicanos. El análisis de estos necesarios temas lo dejo para otra oportunidad.

Y es que, las universidades, más allá de sus procesos educativos y formativos, desempeñan roles claves e insustituibles en el desarrollo de cualquier sociedad. Las universidades hoy son instituciones esenciales para la implementación de procesos vinculados con la formación ciudadana, el desarrollo sostenible y sustentables, la cultura de paz como paso relevante, para alcanzar el avance colectivo y personal.
Estas instituciones son determinantes en la concreción del potencial humano que la sociedad mexicana reclama. De ahí se deriva que el conocimiento y la innovación que se genera desde las universidades deben ser fundamentales para preservar los valores culturales, fomentar la inclusión, la interculturalidad y la unidad frente a los grandes retos nacionales, en un contexto que no da margen para falsos optimismos. En México vivimos el ahora o nunca; aunque no todos se percatan de ello.
Teniendo como base este preámbulo, destaco entre comillas el proceso que está desarrollando el gobierno federal por actualizar la Ley General de Educación Superior. Esta ley, aunque resulte asombroso, no se ha modificado desde 1978, pese a los grandes cambios científicos y culturales que se han manifestado en la sociedad mexicana; los que han generado la necesidad de implementar varias reformas educativas.
Ahora bien, como parte del proceso de actualización de la Ley General de Educación Superior, el actual gobierno federal está poniendo en consideración de la comunidad educativa universitaria el anteproyecto de dicha ley, para que las diferentes colectividades puedan hacer uso de la crítica, como base para escuchar y atender las aportaciones correspondientes.
Es en este sentido que deseo realizar un reconocimiento y dos críticas al Anteproyecto de Ley General de Educación Superior.
Como parte de este documento reconozco en primer lugar, y con letras doradas el ARTÍCULO 1, del CAPÍTULO I. “DE LAS DISPOSICIONES GENERALES” del presente anteproyecto, donde se reconoce que el objeto de esta ley es: “establecer las bases para regular y promover la educación superior en el país; impulsar políticas en la materia con una visión de Estado”. Esta visión de estado ha faltado por años en la educación mexicana en sentido general, y no sólo en la universitaria; retomar esta visión de estado, debe erradicar el nefasto mal de cambiar las políticas, las estrategias y los enfoques, cada vez que ocurran cambios en la cúpula del poder. La visión de estado en la educación es la base para la construcción del México que se añora.
Sin embargo, cuando se llega al CAPÍTULO II. “DE LOS PRINCIPIOS, FINES Y POLÍTICAS”, que integra a los artículos 11, 12 y 13 del actual anteproyecto, comienzan a observarse vacíos, que sería importante criticar de manera constructiva.
En los ARTÍCULOS 11, 12 Y 13. No se plantea ningún principio, no se redacta ningún fin, y mucho menos se aprecia una política, en función del fomento de la necesaria cultura de paz y el combate a la corrupción.
Lo anterior es inexplicable, ya que se trata precisamente de las dos problemáticas más importantes para el presente y futuro de México. Entonces, cómo explicar que el anteproyecto de esta ley no haga referencias, y no sólo en este artículo; sino en toda su extensión, a estas dos cruciales cuestiones nacionales.
La segunda crítica, parte del reconocimiento de que los jóvenes universitarios de hoy serán los líderes, los empresarios, los emprendedores, los científicos; es decir serán los profesionales del mañana cercano, quienes deberán actuar con una alta responsabilidad generacional. Por ello, es necesario prepararlos para estos retos, desde el vínculo de la formación universitaria con los Planes Nacionales y Estatales de desarrollo; así como de las Agendas de Innovación. Sin embargo, en este anteproyecto de ley, no existe ni una sola mención a estos planes. Y si de regulación de la educación superior se trata; entonces, resulta imprescindible que los planes y programas de estudios se proyecten en sintonía con dichos planes de desarrollo. Si no es así, ¿qué pasaría? y en función de ¿cuál desarrollo se plantea esta ley? y de ¿qué regulación de programas de estudios se habla?
Por último, recordar que solamente con una universidad inclusiva, pertinente e innovadora se alcanzará el desarrollo humano sostenible, tan demandado y necesitado, ante los extraordinarios retos que enfrenta la humanidad, el primero de ellos, sobrevivir.