Barro enamorado
05 marzo 2017
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“Fui un náufrago de ti, nocturno de dolor, angustia, polvo y nada. Soy, soy aquel que se perdió buscando la razón del alma y las estrellas. Tú llegaste a mi sufrir, resurrección de luz, amor, pasión y vida. Soy aquel dolor de ser, por ti he vuelto a nacer, soy polvo enamorado”, cantaba José José.
La letra de la canción recuerda un famoso soneto de Quevedo, que dice: “Alma a quien todo un Dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, médulas que gloriosamente han ardido, su cuerpo dejarán, no su cuidado; serán ceniza, mas tendrán sentido. Polvo serán, mas polvo enamorado”.
El Miércoles de Ceniza, el Papa Francisco resaltó que la Cuaresma es un tiempo propicio para despojarse de todo lo que asfixia el corazón del hombre.
“Cuaresma es el tiempo para volver a respirar, es el tiempo para abrir el corazón al aliento del único capaz de transformar nuestro barro en humanidad”. Y, añadió, con el aliento de vida del Espíritu, este barro tiene la propiedad de convertirse en “barro enamorado”.
En este tiempo, acentuó el Papa, debemos abrir espacio en nuestra vida al bien que podemos generar, sin rasgarnos las vestiduras y lamentarnos del mal que nos rodea.
Es una etapa especial en la que nos vivifica el aliento de Dios para sanarnos de todas las asfixias que nos hacen respirar un aire cargado de falta de esperanza, de tristeza y resignación, de pánico y aversión.
“Cuaresma es el tiempo de decir no a la asfixia que nace de intimismos excluyentes que quieren llegar a Dios saltándose las llagas de Cristo presentes en las llagas de sus hermanos: esas espiritualidades que reducen la fe a culturas de gueto y exclusión”, subrayó.
¿Soy barro enamorado? ¿Me libero de mis asfixias?
@rodolfodiazf