Beirut e Hiroshima

Rodolfo Díaz Fonseca
06 agosto 2020

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rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf

 

Las imágenes y videos de la tragedia ocurrida en Beirut el martes 4 fueron simplemente escalofriantes. No hay palabras para describir el horror, conmiseración y estupor. El hongo levantado por una de las explosiones -aunque en menor magnitud- nos recordó el de la bomba arrojada en Hiroshima, evento del cual hoy se cumplen 75 años.

¡Vaya nuestra solidaridad y oraciones por el hermano pueblo libanés! Hasta donde se tiene información, no se trató de un atentado sino de un infortunado accidente en el que, tal vez, se haya colado el fatal elemento del descuido.

Sirva la ocasión para recordar a las víctimas de las bombas atómicas lanzadas al final de la Segunda Guerra Mundial (Little Boy y Fat Man) en Japón, el día 6 de agosto en Hiroshima y el 9 en Nagasaki.

Un libro ampliamente recomendado es “Hiroshima”, de John Hersey, quien escribió la crónica de seis sobrevivientes por encargo de William Shawn, director ejecutivo de The New Yorker, para publicar el relato en una edición monotemática el 31 de agosto de 1946.

Hersey escribió el testimonio de una oficinista, Toshiko Sasaki; un médico, el Dr. Masakazu Fuji; una viuda, Hatsuyo Nakamura; un misionero alemán, el padre Wilhem Kleinsorge (único no japonés); un joven cirujano, el Dr. Terufumi Sasaki y un pastor metodista, el reverendo Kiyoshi Tanimoto.

El periodista inició con un capítulo titulado “Un resplandor silencioso”, en el que narró las actividades cotidianas que realizaba cada personaje. El segundo capítulo, “El fuego”, y el tercero, “Los detalles están siendo investigados”. En el cuarto, “Matricaria y mijo salvaje”, narró cómo estas plantas empezaron a cubrir la zona devastada en la que no se vivía, sino que se sobrevivía. En el último capítulo trató “Las secuelas del desastre”.

¿Me uno y solidarizo con las víctimas?