Campo caliente y Gobierno frío
Para el maíz, soluciones de raíz
Aún con lo cierto que resulta el grito de guerra que expele el campo en la desesperación, el cual dice que sin maíz no hay País, en Sinaloa la parálisis de otras actividades económicas debido al cierre de carreteras evidencia que sin libre tránsito tampoco puede haber actitud feliz de ciudadanos varados y dueños de mercancías inmovilizadas, derivado todo de que el Gobierno federal le halla matiz político a aquellos problemas que reclaman soluciones desde la raíz.
Rimas aparte, lo que se le está notando demasiado al régimen de la Cuarta Transformación es que no entiende ni papa de la labor que lleva a la mesa de los mexicanos los bienes de consumo de primera necesidad, puesto que deja a cargo de los gobernantes locales el conflicto emanado de la incertidumbre de sembrar o dejar las parcelas yermas, a riesgo inclusive de poner en riesgo la estabilidad nacional.
Desde el más humilde campesino hasta el más grande agricultor perciben que la esperanza propia de colocar la semilla en los surcos, que antes alentó beneficios para el labriego y la sociedad, hoy transmuta a una especie de ruleta rusa casi con la certeza de que en vez de prosperidad germinará el fracaso. Así de sencillo es el ejercicio de reflexión que lleva al dilema de cultivar la tierra o dejarla ociosa.
En tal encrucijada regresaron ayer las movilizaciones de productores del campo y de la misma manera retornó la postergada intervención del Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Julio Berdegué Sacristán, para que defina las reglas de operación en la comercialización de alrededor de 5 millones de toneladas de maíz, que es la apuesta de Sinaloa a la recuperación económica después de un año desastroso para este sector.
La preocupación por la toma de las casetas de peaje del norte del estado, y la de Costa Rica donde se exentó del pago a los que circularon por allí, se reflejó con la suspensión de corridas de autobuses de pasajeros y camiones de carga de bienes y servicios, por los cuales intercedió el Gobernador Rubén Rocha Moya al hacer un llamado a respetar el derecho al libre tránsito garantizado en la Carta Magna.
Pero la inconformidad en el campo crece y no hay exhorto a la calma que funcione ya que sólo las medidas de Estado que le den certidumbre a la agricultura social y comercial podrán apaciguar los ánimos. Decisiones de fondo que trasciendan la táctica de endosarles a los gobiernos locales el manejo de esta crisis, a pesar de que repetir el esquema de soluciones a medias equivale a arrojarle gasolina a la hoguera.
Mientras tanto, la nueva jornada de toma de casetas de peaje que le cierra el paso a vehículos de particulares y de empresas, y que derivó en daños colaterales para viajeros y sistemas de abastos en las zonas de los bloqueos, parece no ejercer presión en las instituciones federales metiendo en aprietos a las autoridades locales sobre las cuales recae el problema sin tener margen de maniobra porque la indicación cuatroteísta es posponer las respuestas.
Así, en la misma proporción entre aplazamiento y encono, conforme avanza la decepción en los productores de granos se le agota la cuenta regresiva a la Federación para que envíe a Sinaloa a Julio Berdegué a llegar a acuerdos fincados en hechos, ya no más en promesas. Debe decir, para calmar los ánimos, cómo le hará para que la cosecha de maíz con un valor estimado de 30 mil millones de pesos opere en la reactivación de la economía sinaloense.
En síntesis, se acerca el momento en que el gobierno de Sheinbaum ya no pueda llamar a la cordura al ser la 4T la primera en carecer de sensatez porque no clarifica su participación en la emergencia de darle viabilidad a la autosuficiencia alimentaria que es uno de los pilares esenciales de la soberanía.
Señal de la carrera a contrarreloj contra la agudización del conflicto maicero es la nueva jornada de toma de casetas de peaje que derivó en daños adyacentes que en efecto dominó golpean a más personas y ramas productivas. En caso de que estas movilizaciones no ejerzan presión ni logren la adecuada reacción en las instituciones federales, cuidado con las consecuencias que en lo estatal enfrentarán las autoridades locales.
Y todo porque la ausencia de mesas de negociación está operando a que el conflicto se caliente más, porque desde Palacio Nacional se acusa de intereses políticos a los inconformes cuando en realidad la tarea de labranza de la tierra se halla en el dilema de parar por incosteabilidad o forzar al Gobierno a tomar acciones que le den certidumbre a la producción de alimentos.
Por favor a esta lumbre,
No le echen gasolina,
Por la terrible costumbre,
De la desidia supina.
La Secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, y el titular de la Sader, Julio Berdegué Sacristán, ni se tibian al observar que la lumbre llega a los aparejos de regiones de México en pie de guerra por mejores precios para las cosechas, abulias que le atizan al fuego de la inconformidad en el campo. “Hay intereses de los partido PAN, PRI y PRD y los dirigentes tienen abiertas carpetas de investigación” dice ella, y él saca a relucir otra vez las soluciones dadas al Bajío mexicano pero escatimadas al resto del agro nacional. Plantados ambos en el inamovible terreno de las apatías la única zafra posible es la de los problemas.