Carta a Natanael Cano

Iliana Padilla Reyes
23 septiembre 2021

Hola, Nata: Posiblemente no veas esta carta; eres muy famoso, con más de 7 millones de oyentes mensuales en Spotify y 1.7 M de suscriptores en YouTube. Pero sabes, no pierdo la oportunidad porque en una de esas sí te llega. Quiero hablarte sobre mi abuela Elvira, los corridos de los viejos, tus corridos tumbados y también de un tema que me puede mucho: las muchachas muertas en Sinaloa y en Sonora.

Te quiero contar, si me lees, que mi abuela Elvira era de “rancho humilde” (como tu disquera). Bueno, mi abuela creció en la sierra de Sinaloa y le gustaban mucho los corridos viejitos; esos que seguramente tú también escuchaste cuando fuiste niño, allá cuando comenzaste a tocar la guitarra.

Oye, pues la abuela Elvira cantaba todos los días el corrido de Rosita Alvírez, uno que bailaba en su juventud. No sé si lo conoces. Los corridos no son buenos ni malos, cuentan lo que viven los jóvenes: hablan de aquello que les preocupa y también de lo que les gusta. Los jóvenes escuchan a los músicos. Los jóvenes te escuchan, y sienten que cantas eso mismo que tienen en la cabeza y en el corazón: sienten el amor, comparten el desafío a la ley, el vivir al límite y en constante riesgo; la vida siempre trucha, bien tumbados... buscan música para ambientarse.

Pues Elvira, mi abuela, repetía una y otra vez: “Rosita dice a Irene, no te olvides de mi nombre; cuando vayas a los bailes no desaires a los hombres”. Así canta el corrido, pero mi abuelita además agregaba “porque las pueden mataaaaar, porque las pueden mataaaar” (a todo pulmón). Este corrido norteño, viejito, cuenta la historia de una muchacha que no quiso bailar con un tipo, entonces éste la mató. Pienso que mi abuela lo tenía muy grabado en su mente, también porque era una advertencia que se decían las mujeres, unas a otras, para protegerse.

La verdad es que, aunque es una historia ya vieja, la de Rosita Alvírez, las cosas no han cambiado mucho. En las últimas semanas, en Ciudad Obregón encontraron a dos muchachas muy jóvenes que habían sido asesinadas a pedradas, también a otra que fue degollada en su cama. Nada más en tu estado, en Sonora, unas 66 mujeres fueron asesinadas en los primeros seis meses de este año.

La gente es bien manguera, como dices. Matan a las muchachas. Las encuentran tiradas en las carreteras, sin vida, en los baldíos y construcciones abandonadas. Eso me preocupa, Nata. Muchas fueron asesinadas con armas largas, a veces torturadas. ¿En qué andaban? ¿con quién andaban? No lo sabemos. Pero eran muchachas, algunas muy jóvenes, en sus veintes (como tú), otras incluso de 13, 14 o 15 años. Las asesinan de una manera muy cruel, en diversas circunstancias. Ellas tampoco tienen veinte vidas, algunas asumieron riegos, pero otras ni siquiera eso.

Ya sé que mucha gente que lee esta carta está pensando que es asunto de las policías y fiscalías. Y es cierto, pero, Nata, sabemos que ese es un asunto difícil... difícil en Hermosillo, en Ciudad Obregón, en Culiacán. Te cuento que unas personas diseñaron una aplicación para que las mujeres puedan enviar un mensaje a la policía cuando están en peligro; esto es una buena idea; el problema está en que una patrulla tarda en llegar al sitio entre 15 y 20 minutos. ¿Te imaginas? Sé que estás pensando lo mismo que yo: para ese entonces ya se pelaron... también piensas en otras cosas.

Tu música llega a los jóvenes, a los tumbados y a los no tumbados del burro. Por eso te escribo. Tu música, donde cuentas las experiencias de vivir al límite, también puede enviar un mensaje. Por ejemplo, en tu canción “amor tumbado” hablas sobre lo difíciles que son las relaciones amorosas y cómo se puede superar una decepción. Lo cierto es que: se puede superar, incluso una traición, sin llegar a la violencia. Estos mensajes, Nata, pueden llegar a todos.

Los corridos no son buenos ni malos, pero sí reafirman mensajes entre quienes los escuchan; mensajes de violencia o mensajes de paz. Nata, escríbeles a los morros tumbados que no maten a las muchachas. Escríbeles en tus corridos que los hombres de “buena madera” no las matan, no hacen “pagar” las traiciones. Dices en tu música que estás siempre positivo; ojalá puedas ayudarnos a transmitir este mensaje: ser hombre no es sinónimo de ser violento con las mujeres (no es sinónimo de ser violento, en general, pero de eso luego hablamos).

Muchos te escucharán. A lo mejor alguno lo asimilará... a lo mejor ese “uno”, entre tus millones de seguidores, llega a viejo, como mi abuela Elvira, cantando una canción, pero con un mensaje para los varones.

Si llegaste hasta aquí: gracias por leerme.

Gracias también a quienes me leen en Periódico Noroeste.