China made in México
De los 14 tratados comerciales que tiene México con 50 países, el más importante y por mucho, es el de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, ese es el: “tratado de tratados”. Genera al año más de 2 billones de dólares y cada país se beneficia de múltiples maneras con este acuerdo comercial de categoría mixta. Aumento en la inversión extranjera de los países miembros, importaciones libres de aranceles, crecimiento en el volumen de las exportaciones y un marco justo de competencia para las empresas entre otros beneficios, que bien conocemos después de 35 años desde la firma del primero en su tipo en el convulso 1994.
México tiene tratados comerciales con Colombia, les vendemos principalmente automóviles y monitores, les consumimos combustibles sólidos, el balance comercial anual es de 220 millones de dólares. Con Japón, a quienes le vendemos principalmente productos de cobre y sus derivados, ellos nos venden automóviles y autopartes; Japón es un socio que invierte en México y el balance anual es de apenas 3 mil 749 millones de dólares. China también es nuestro socio comercial, les vendemos materiales producto de la minería y les consumimos prácticamente de todo, principalmente teléfonos y aparatos de tecnología. El comercio con los chinos nos deja 28 mil 68 millones de dólares, es el más grande después de los Estados Unidos país que representa 65 mil 266 millones de dólares y nuestro principal cliente para todas las exportaciones.
Aquí comienza la complejidad en las próximas negociaciones del T-MEC. Estamos en medio de una gran disputa, Donald Trump ha declarado la guerra a la economía China y el gobierno del país asiático ha respondido con severidad y sin temor a las amenazas y acciones que se han lanzado desde Washington a Pekín. ¿De qué lado vas a jugar, querido país vecino?, es la pregunta del Gobierno norteamericano al mexicano.
A China le compramos baratos millones de productos, pero no les vendemos mucho. Ellos suelen invertir aquí, generan empleos y desarrollan manufactura. Desde hace varios años, a lo largo de la frontera con Estados Unidos, hay una serie de empresas instaladas en Tijuana, Mexicali, Ciudad Juárez, Nogales, Matamoros, Monterrey, Saltillo y Reynosa. También las hay en el interior del País, como en Guadalajara y Querétaro, que se dedican a la manufactura de productos que son totalmente chinos, pero con etiqueta de “made in México”.
Sobre esos va Donald Trump, ahí está uno de los dardos envenenados que serán punto importante en el esquema de negociación del T-MEC. Nuestros vecinos del norte no quieren más productos chinos disfrazados de mexicanos. En mayo de 2024, un interesante reportaje de la BBC llamado “China utiliza a México como puerta trasera para ingresar sus productos a EE.UU.” en él, se cuenta la historia de sofás y reclinables lujosos, cómodos y muy apreciados por los consumidores norteamericanos que se venden como “pan caliente” en los más famosos almacenes y supermercados de la Unión Americana. Son chinos, pero dicen “Made in México” porque se fabrican en Monterrey.
Así como el caso de los muebles y sillones, hay muchos más. Por eso, este punto es uno de los más importantes en la agenda norteamericana en las listas de negociación. La decisión respecto a la manufactura China, traerá consecuencias a nuestro País, bien o mal, -según del lado que se vea la moneda- en este momento miles de mexicanos trabajan para esas empresas asiáticas legalmente establecidas y muy apreciadas en las contribuciones tributarias locales y estatales. Antes de la llegada de Trump a la Presidencia norteamericana, empresas de tales características tenían pensado triplicar las inversiones en México, pero hoy todo es incertidumbre.
¿Qué tienen que ver los sillones chinos con los tomates o el maíz sinaloense, el aguacate michoacano con los celulares de Shenzen, los autos diseñados en Wuhu con las porcícolas de Jalisco, Sonora y Puebla? En apariencia nada, pero en las próximas negociaciones de nuestro cuerpo económico y diplomático encabezados por Marcelo Ebrard, Juan Ramón de la Fuente y Esteban Moctezuma, absolutamente todo tiene un hilo conductor que además de enredado como estambre de gato es frágil como la tela de araña. Luego le seguimos.