Clasismo VS Humanismo
27 diciembre 2018
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¿Soy tu amigo o, en realidad, te tolero con buenas maneras?
En un artículo anterior hablé de ley, moral y egoísmo. Ahí dije que en nuestro mundo capitalista el dinero ¡roba cámara! Y que eso nos distrae de los que tienen menos, y en el fondo nuestra conciencia nos lo recrimina. Como empresarios no podemos dejar de competir en nuestro mundo capitalista; pero queremos mejorar humanamente, moralmente.
Sin duda podemos ganar más, y satisfacer nuestras conciencias pagando nuestros impuestos sin hacer trampa, y pagándole a los de abajo lo suficiente para que vivan dignamente: pudiendo comprar unas canastas básicas familiares adecuadas. Y luego buscar la forma de ayudar a otros más.
Mucho depende de la magnitud de nuestros ingresos. Mientras más ingresos tengamos, mejor podremos ayudar a otros sin sentirnos afectados personal y familiarmente. Pero el fondo del asunto no está ahí, sino en la cruda realidad de si somos humanistas o clasistas. Esto me ha sido comentado por personas intelectuales humanistas. Lo cual me ha llevado a cuestionarme y a platicar del asunto en mayor profundidad. Pues me ha surgido la pregunta: ¿seré yo clasista o humanista? O mejor: ¿seré yo clasista sin saberlo? Las mujeres saben bien que muchísimos varones son clasistas, incluso sin saberlo.
La cuestión es muy grave, porque ninguna sociedad puede ser humanista (ni siquiera democrática) si en ella se dan ambientes clasistas, que suelen ser los de arriba. Tales sociedades acabarán teniendo revoluciones sociales, normalmente violentas. Así lo atestiguan muchas revoluciones, típicamente la Revolución Francesa.
Cuando el pueblo llega a padecer indigencias graves, suelen surgir las revoluciones violentas: vale la pena arriesgar la vida por que la familia tenga alimento, y sobre todo por tener libertad. ¿Cómo poder saber si uno es clasista o humanista? Voy a comentar lo que piensan personas que son humanistas intelectuales.
Desde luego la persona más importante es Jesús, Jesucristo, quien amaba a todos y difundía el amor al prójimo, pero con preferencia por los más necesitados o abandonados. Esto lo sabemos todos. Pero analicemos lo que piensan hoy los humanistas intelectuales.
No es lo mismo clasista que racista. El racismo típico es el que discrimina a los negros. El clasismo típico es el que discrimina a los pobres. Lo que quiero ahora es hablar de clasismo, que es lo que más me preocupa, sobre todo ante la posibilidad de que yo mismo sea clasista sin haberme dado cuenta de ello.
Es clasista quien no puede invitar con frecuencia a comer o cenar en su casa, con la intimidad de familiares y amigos íntimos, sin padecer por ello notable vergüenza, a personas típicamente reconocidas como pobres, como puede ser el barrendero de la empresa o el limosnero de la esquina.
Es notable que además de ser clasista superior, se puede también ser clasista inferior. Una sirvienta de un amigo a veces tenía prisa para comer y volver, por lo que él la invitó a comer en su casa, pero con la condición de que se sentara a comer con él en la mesa (no en la cocina). Ella nunca lo aceptó: se reconocía clasista inferior, aunque le molestara reconocerlo.
Los empresarios podemos ser y solemos ser clasistas, superiores por supuesto. Y aunque en las empresas no suela decirse lo que diré, muchos empresarios solemos ser dictadores al interior de nuestras empresas. ¿Lo seré yo? ¿Han renunciado a mi empresa colaboradores o colaboradoras debido a mi estilo de liderazgo? Esta pregunta me preocupa, a veces hasta el grado de la angustia. Y lo peor es que si lo fuera, nadie me lo diría, o casi nadie.
Como solución me parece que requiero, y que en general los empresarios requerimos un serio examen de conciencia, semejante al cuarto paso de los famosos 12 pasos de Alcohólicos Anónimos: “Sin miedo hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos”.
Los intelectuales humanistas sostienen que una sociedad clasista nunca podrá prosperar bien. Y nuestras empresas seguramente no serán la excepción.
Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM.
* “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.