Coeficiente de adversidad

Rodolfo Díaz Fonseca
22 febrero 2018

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Todos experimentamos reveses, descalabros y contrariedades, pero no todos reaccionamos de la misma manera ante el acoso de la adversidad. Algunas personas se pertrechan con la armadura de la resiliencia y pueden catapultar la situación a su favor; sin embargo, otras naufragan ante la furiosa ola que las embistió y volcó su embarcación.
 
Durante mucho tiempo se creyó que el coeficiente intelectual constituía el ingrediente básico para tener éxito en la vida. Posteriormente, gracias al influjo de Daniel Goleman, se subrayó la importancia de reforzar el desarrollo del coeficiente emocional. Sin embargo, Paul Stoltz resaltó la necesidad de impulsar el coeficiente de adversidad, pues resulta elemental controlarse y manejar positivamente los obstáculos.
 
Poniendo el ejemplo de cuando se comienza a escalar una montaña, Stoltz señaló que hay tres niveles o maneras de afrontar el coeficiente de adversidad.
 
En el primer nivel están los “desertores”, que son las personas que flaquean, claudican y se rinden ante las primeras dificultades que presenta la ascensión.
 
En el segundo se encuentran los “conformistas”, quienes comienzan a escalar con muy buen ánimo, pero zarandeados por los vientos y dificultades buscan un lugar agradable donde acampan, se estacionan y no desean abandonar su zona de comodidad.
 
El tercer nivel es el de los “escaladores”, conformado por personas que sí están decididas a lograr sus metas y que no perciben ninguna dificultad como insalvable. Comprenden que el éxito no se alcanza sentadas sobre algodones y que tampoco es un regalo que se les entrega envuelto en papel de seda. Por el contrario, recobran el aliento, retoman el paso y se sobreponen a la adversidad. Se muestran siempre dispuestas a continuar escalando a pesar de los imprevistos, riesgos y caídas.
 
¿Cómo manejo el coeficiente de adversidad? ¿En cuál de los niveles me situó?
 
rfonseca@noroeste.com

 

@rodolfodiazf