Comparecencias, ¿a la fuerza? Desacatos al Congreso, de risa

Alejandro Sicairos
20 abril 2017

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Ya casi al cierre del sexenio de Mario López Valdez, quien era su Secretario de Salud, Ernesto Echeverría Aispuro, cayó en desacato al Congreso del Estado burlando un acuerdo de la 62 Legislatura para hacerlo comparecer debido al sucio manejo financiero de alrededor de 2 mil millones de pesos que presenta la dependencia.

En ese momento hubo diputados que sugirieron se le obligara a presentarse al Congreso, pero tal posibilidad abortó en la ausencia de un marco legal que soportara el apremio mediante el uso de la fuerza policiaca. Y así, como si nada, quedó en evidencia que los servidores públicos pueden desobedecer al Parlamento y burlarse de un mandato de la representación social.

Ahora que el Diputado panista Roberto Cruz Castro, presidente de la Mesa Directiva del Congreso, retoma el tema de la obligatoriedad de funcionario del Gabinete estatal de atender los llamados del Legislativo, con sanciones económicas por cada desobediencia y el uso de la fuerza pública como última instancia, asoma un escándalo en tribuna.

La propuesta, que es parte de la iniciativa para reformar 40 artículos de la Ley Orgánica del Congreso del Estado, pretende fortalecer la rendición de cuentas y hacer respetar al órgano cameral como lo que es: un poder constitucionalmente dotado de atribuciones para revisar el trabajo de la administración pública estatal.

Cuando Ernesto Echeverría mandó por un tubo al Congreso, a finales de diciembre de 2016, intervino el entonces Secretario General de Gobierno, Gerardo Vargas Landeros, para excusarlo debido a que, así lo dijo, atendería una "salida urgente a reunión en la Comisión Nacional de Protección Social en Salud".

La realidad es que se protegió a Echeverría en un momento en el cual el Congreso y la sociedad sinaloense ponían al entonces Secretario de Salud al centro del más evidente escándalo de corrupción, conjetura que se ha ido fortaleciendo en los primeros meses del mandato de Quirino Ordaz Coppel.

Es una realidad que los gobernadores han tomado como deporte sexenal reírse del Congreso y negociar sus comparecencias y la de sus colaboradores para que sean como un día de campo, sin el mayor rigor en cuestionamientos y críticas. Durante los sexenios de Mario López Valdez y Juan Millán Lizárraga era obligado determinar qué legislador haría las preguntas y las tenía que enviar por escrito con anticipación al funcionario citado.

La dignificación del Poder Legislativo es una necesidad, más que una finta. La propuesta de Roberto Cruz representa la oportunidad para que todos los grupos parlamentarios se pongan a trabajar en reponerle autonomía, prestigio, compromiso social y, sobre todo, congruencia ética. Para acabar con la tradición burda de diputados que agachan la cabeza, extienden la mano y alistan el dedo en el despacho del Gobernador en turno.

De cualquier forma, si la iniciativa de Cruz Castro no sale adelante, más temprano que tarde los sinaloenses obligarán al Congreso a respetarse a sí mismo para estar en condiciones de ganarse el respeto de sus representados.

 

Re-verso

 

Hágase valer la justicia,

Ante tal desobediencia,

Y que pague la insolencia,

Con la prisión vitalicia.

 

 

De reversa, mami

 

 

Otro que pondrá a prueba el libre arbitrio para colocar el interés de los ciudadanos por encima de ocurrencias políticas, será el Cabildo de Culiacán al decidir si el icónico Par Vial del ex Alcalde Sergio Torres permanece igual a como está o se le mocha una parte. Veremos si el cambio en reversa les funciona a los regidores priistas.

 

alexsicairos@hotmail.com