Con todo el poder...

Rafael Morgan
07 mayo 2022

Después de oír y leer algunas de las últimas “órdenes presidenciales”, no queda más que asombrarse del uso y del mal uso que se le puede dar al poder del Ejecutivo en México, país que se preciaba de ser una democracia, tal vez en proceso, pero avanzando hacia allá. Ahora casi se está gobernando por decreto, imitando a Donald Trump, quien también abusó del poder Ejecutivo sin respetar los otros dos poderes y ninguneando a la oposición, sin buscar el diálogo y el consenso y además atropellando también a instituciones y países como México. La última jactancia de Trump fue que obligó a México a detener el flujo migratorio utilizando 25 mil soldados mexicanos, sin costo alguno para su país, amenazando con restringir y gravar exportaciones mexicanas a Estados Unidos, con lo cual logró que México “aceptara” el Plan “Quédate en México”.

Por cierto, tiene razón Reforma en su columna Templo Mayor sobre que el Código Penal Federal, en su artículo 123 expresa que comete delito de traición quien realice actos contra la soberanía de la nación, “con la finalidad de someterla a persona, grupo o gobierno extranjero” y eso hizo AMLO al sujetar al país a las exigencias de Trump, sometimiento que puede considerarse como un “acto de traición”.

He aquí algunas órdenes ejecutivas:

1. En México, casi fue una orden presidencial que se acusara de “traidores a la patria” a los diputados que votaron en contra de la iniciativa de reforma constitucional en materia de electricidad.

2. Por orden presidencial el Poder Legislativo no podía mover ni una coma a la iniciativa en materia de electricidad, pretendiendo doblar así a la Cámara de Diputados.

3. Y qué decir de su “decretazo” presidencial del 22 de noviembre de 2021, declarando que sus obras insignia sean “consideradas de interés público y de seguridad nacional y prioritarias para el desarrollo nacional”, pretendiendo con ello pasar sobre el Poder Judicial, cuyos jueces y magistrados han concedido amparos a diversas organizaciones ciudadanas, para que se detengan las obras que están dañando bosques y afectando cenotes y ríos subterráneos, así como zonas arqueológicas. Al amparo de dicho decreto, las obras continúan y prácticamente nadie hace caso a los amparos.

4. Igualmente lamentable ha sido la eliminación, debilitamiento y control de tantas instituciones autónomas que se habían creado para la vigilancia y control de los actos gubernamentales en materia de derechos humanos, de transparencia, corrupción y de control energético, etc. La idea es que el Presidente, sabe lo que hace y esas instituciones solo gasten presupuesto y dificultan o impiden las sabias decisiones del Ejecutivo y de sus obras públicas.

5. Ahora el Presidente va contra el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Federal Electoral y en esencia contra toda la estructura electoral, incluyendo los órganos estatales, pretendiendo eliminar algunos, debilitando otros, bajándoles presupuesto y sustituyendo integrantes por ciudadanos ad hoc del régimen, a través de “consultas” y “elecciones”, con lo cual los órganos electorales quedarían en manos de políticos, “salgan de donde salgan” y no de personas evaluadas por el Poder Legislativo. Además, ya no se puede negar que sufrimos de “narcopolítica” y que los narcos también se están postulando y ganando elecciones. No se ha dicho, pero pronto se ordenará: “sin cambiar una coma” a esta iniciativa.

6. Ya viene también, junto con lo anterior, la intención de cambiar la forma en que se integra la Cámara de Diputados, eliminando los llamados “diputados de representación proporcional”, disminuyendo con ello el número de diputados.

7. Por decreto presidencial con su política de “abrazos no balazos”, el gobierno ilegalmente casi se desentiende del problema del narcotráfico, de la delincuencia organizada, de los homicidios dolosos, de los feminicidios, los secuestros, extorsiones y otros delitos. Esto se logra dedicando al ejército a todos los trabajos imaginables desde construcción de obras públicas, control de migrantes, vigilancia de fronteras, cuidado de vías públicas, de gasoductos y del “huachicoleo” y de desfiles y rondines para impresionar a los delincuentes que ya saben que es “puro teatro”. Lo que se ha logrado con todo esto es debilitar las fuerzas armadas que han sido públicamente humilladas y burladas por los narcos, quienes ya saben que ellos sí pueden disparar, pero los soldados no.

Esto es gobernar con “todo el poder” o como se dice en México: “por mis... pistolas”.