Conexión y desconexión
La conexión que las nuevas tecnologías han logrado entre todos los seres humanos es casi infinita. Todos los días se innovan y revolucionan las formas de informarse y enlazarse unos con otros. Sin embargo, paradójicamente, a pesar de estar más interconectados nos encontramos también más solos y disgregados, como precisó ayer el Papa Francisco durante la celebración de la fiesta de Pentecostés:
“Hoy en el mundo hay mucha discordia, mucha división. Estamos todos conectados y, sin embargo, nos encontramos desconectados entre nosotros, anestesiados por la indiferencia y oprimidos por la soledad. Muchas guerras, muchos conflictos; ¡parece increíble el mal que el hombre puede llegar a realizar!”
Bergoglio insistió en la necesidad de aprender cómo este espíritu une la más absoluta diversidad. En efecto, el relato acentúa que todos seguían expresándose en su lengua original o materna, pero permanecían unidos en armonía.
El Pontífice indicó que el espíritu “no creó una lengua igual para todos, no eliminó las diferencias, las culturas, sino que armonizó todo sin homologar, sin uniformar. Y esto nos debe hacer pensar en este momento, en el que la tentación del “retroceso” busca homologar todo en disciplinas únicamente de apariencia, sin sustancia”.
Los regímenes totalitarios y autoritarios buscan uniformar mediante la opresión y supresión de voluntades, pero lo que se debe lograr es la armonía que brota de la unidad de corazones.
A través de unas preguntas, el Papa invitó a reflexionar si somos elementos de comunión o desunión: “¿Promuevo reconciliación y creo comunión, o estoy siempre buscando, husmeando dónde hay dificultades para criticar, para dividir, para destruir? ¿Perdono, promuevo reconciliación, creo comunión?”
Volviendo al punto de las nuevas tecnologías, habrá que analizar si su constante uso nos ayuda a conectarnos o a desconectarnos más del otro.
¿Me desconecto hasta de mí mismo?