Corazón de piedra
La expresión que titula esta columna ha sido muy utilizada en la historia para señalar la dureza del corazón. En el profeta Ezequiel (11,19 y 36, 26) se insiste en esta idea: “Les daré un corazón nuevo y pondré dentro de ustedes un espíritu nuevo. Quitaré de su carne ese corazón de piedra y les daré un corazón de carne”.
Las canciones también insisten esta temática, como “Castillos”, que interpretó Amanda Miguel: “Mi rey era un monstruo de piedra, con el corazón de piedra”; o, también, Ángela Aguilar, cuando canta: “Corazón de piedra para no sentir”. En la literatura, alcanzó fama una novela histórica sobre la conquista de México, de Salvador de Madariaga: “Corazón de piedra verde”.
Sin embargo, aún la más dura piedra puede ser trabajada y transformada para expresar suavidad y maleabilidad, como lo demuestran varias obras cumbres de la escultura en mármol.
Ante la imposibilidad de citarlas todas, nos ceñiremos a algunas de las más representativas. El rapto de Perséfone (para los griegos) y Proserpina (para los romanos), de Bernini, se puede admirar en la Galería Borghese, de Roma, Esta escultura impresiona por el detalle de que la mano de Plutón se hunde en el muslo de Proserpina.
Miguel Ángel es reconocido por sus esculturas de Moisés, que se encuentra en la iglesia de San Pedro encadenado, en Roma. De igual forma, destaca la Piedad, situada en la Basílica de San Pedro, en El Vaticano, así como el descomunal David, ubicado en la Academia de Florencia. La dura mirada, el gesto, el vigor y los músculos de los personajes varones son proverbiales, al igual que la maternal dulzura con que la Virgen contempla a su desfallecido hijo.
Mención aparte merece La virgen del velo, tallada por Giovanni Strazza.
¿Soy duro de corazón?