Covid y política: con un virus nos basta. Primero la pandemia y después el voto

Alejandro Sicairos
12 enero 2021

""

alexsicairos@hotmail.com


Basta con el rayo pandémico del coronavirus como para invocar la centella también aniquilante de la política que amenaza con partirnos en tantos añicos que ya no podamos articular nada como sociedad unida. Lo fundamental hoy, más allá del griterío proselitista, es decidir cómo, con qué, entre quiénes y para qué necesitamos derrotar de una vez por todas al virus SARS-CoV-2 y así poder retornar ilesos a la obra común del destino personal, familiar y colectivo.

Nos ha faltado firmar el pacto unánime por la vida nuestra y la de los demás. Ahora que las alianzas electorales se arman y desmontan a velocidad vertiginosa, somos omisos en armar el acuerdo social para ir sin divisiones al episodio final de la guerra contra el virus que nos roba el oxígeno y al parecer también nos quita la energía al tratar de curarse primero que cualquier cosa las apatías.

En el intento de inducir la reflexión, vayan primero los argumentos. El comportamiento del coronavirus en Sinaloa durante diciembre de 2020 y los primeros 10 días de 2021 delata las negligencias en que hemos caído Gobierno y ciudadanos, pues según los datos de la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado, en ese período se han detectado en total 3 mil 66 nuevos casos y sucedido 372 desenlaces letales.

En la semana del 30 de noviembre al 6 de diciembre se reportaron 613 nuevos casos y 81 fallecimientos por Covid-19; luego, del 7 al 13 de diciembre, se agregaron 533 contagios y 60 decesos; del 14 al 20 de diciembre el registro es de 585 infectados y 71 fallecimientos y del 21 al 28 de diciembre los casos se redujeron a 317 nuevos y 44 muertes.

Todavía entre la semana que comprende del 28 de diciembre al 3 de enero los casos nuevos se mantuvieron debajo de los 500, con 449 y 52 defunciones, sin embargo, el más reciente reporte de Salud que corresponde del 4 al 10 de enero da indicios del rebrote, con 569 casos nuevos y 67 decesos. En este punto está Sinaloa con baja ocupación hospitalaria por pacientes de coronavirus pero un comportamiento ascendente en las gráficas de contagios.

Además, y esto es lo que más preocupa, el ascenso a emergencia roja de regiones como la Ciudad de México, el Estado de México, Baja California, Guanajuato y Morelos, incluyendo la aparición de la nueva cepa de la Covid-19 en Tamaulipas, ameritan la adopción de protocolos de contención más agresivos en Sinaloa y la pertinencia de establecer medidas que respondan a la nueva realidad de la pandemia.

Se trata de un programa propio para Sinaloa que actúe en tres frentes. El principal es apretar la prevención antes de recaer en situación de confinamiento; dos, mantener el esfuerzo entre sectores público y privado para que el acceso a la vacuna avance más rápido que el espectro de inmunización que presenta el Gobierno federal y, tres, anticipar el sistema estatal de salud a las repercusiones que podrían traer consigo las nuevas cepas que han aparecido en otras naciones.

Es decir, lo urgente es atenuar las consecuencias que los mexicanos y particularmente los sinaloenses habremos de enfrentar debido a conductas que irresponsablemente se comportaron el fin de año como si la pandemia de coronavirus ya hubiese terminado. Las negligencias tendrán un costo que estamos empezando a ver, aunque el tiempo no alcanza para desperdiciarlo en recriminaciones hacia los que nunca han entendido ni asumido la parte que les toca hacer.

La despiadada realidad nos resulta insuficiente para aquilatar siquiera las pérdidas de vidas humanas, ya sean éstas de gente de la cultura del esfuerzo que le es necesaria a Sinaloa para enfrentar derroteros sociales, políticos y económicos, o ciudadanos que desde la trinchera cívica tienen aún muchas peleas por librar. Sin tan solo la tragedia común fuera útil para provocar en los sobrevivientes la reflexión de qué hacemos mal y como corregirlo para estar todos a salvo. Llorar a las víctimas al mismo tiempo que entendemos y aprovechemos las moralejas que nos dejan.

De vez en cuando es necesario quitarle la atención de encima al virus de la política y centrarla en la larguísima emergencia nacional por la enfermedad Covid-19 que en México y particularmente en Sinaloa requiere de acciones rápidas en tanto hace lo suyo la lenta estrategia de vacunación. El rebrote que asoma a consecuencia de la relajación de las medidas de prevención por las fiestas de fin de año trae consigo el desafío de innovar frente a retos igualmente desconocidos. Llegó el momento de aferrarnos a otras esperanzas.

¿Por qué no lo hacemos y luego resolvemos los dilemas del voto? Y no es que la democracia sea tarea secundaria; lo que pasa es que para ejercer a plenitud esta libertad primero debemos procurar seguir vivos.

 

Reverso

Si ya no podíamos ni respirar,

Por este virus de la muerte,

Y ahora, qué fea suerte,

La política nos quiere asfixiar.

 

La vacuna o el voto

Está claro que la vacuna contra el coronavirus operará como instrumento de la política para ganar o perder votos. De aquí al 6 de junio el Gobierno federal cosechará aceptación o rechazo según apresure o trabe la jornada nacional de vacunación. Vale igual para Sinaloa: si Quirino Ordaz Coppel contribuye a que lo más pronto posible la totalidad de la población estatal reciba el suero inmunizante, la gente le dará los votos que necesitan los candidatos de su partido. Los sufragantes querrán ver la boleta electoral como cartilla de vacunación.