Crónica con el arma en la sien La protesta de Carmen Murillo
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En su muro de Facebook, en otra de las vivencias que nos aporta sobre el Culiacán de carne y hueso, la periodista Carmen Murillo dio cuenta el jueves 2 de febrero del asalto a un camión del transporte de pasaje urbano de la ruta Las Vegas-Central Milenium, describiendo con crudeza la odisea de vivir algunos minutos encañonados por las pistolas de dos delincuentes.
Mientras la narrativa de Murillo nos pone a todos con el arma en la sien, la descripción origina también que por instinto preguntemos dónde están o qué hacen los policías municipales o los militares que suplantan a estos a bordo de las patrullas. Rehenes en el trayecto del centro de Culiacán a la parada del Congreso del Estado, niños, mujeres y ancianos debieron tener la misma interrogación.
Y nadie les respondió, por supuesto, porque son de esas historias terribles que se van quedando almacenadas en el fabulario colectivo, una especie de bodega repleta de ambrosía para el insaciable monstruo criminal. “Así vivimos... ¿y qué?”, se ha tornado la respuesta cómoda de los que dicen cuidarnos.
“Protesto porque a casi el 100 por ciento de esos usuarios que van a esa hora en el camión los veo salir a diario muy temprano de sus casas a trabajar para llevar el alimento a su casa, a su familia, para pagar la mensualidad de la casa que habitan, para pagar la escuela de sus hijos, para los camiones, para que otros con toda impunidad se los arrebaten”, reclama Carmen.
Y sigue renegando en defensa de los derechos y garantías de la mujer que no hallaba cómo poner a su bebé a salvo de los cañones de las armas; por el joven de 15 años cuyos audífonos no le permitieron oír la amenaza de los malandrines y que entró en shock al sentir el culatazo de la pistola; por los adultos mayores que querían bajarse del camión y se quedaron petrificados de terror, y por el niño de cuatro años al que no le quedó de otra más que llorar.
En Sinaloa, los gobiernos de Quirino Ordaz Coppel y de los 18 alcaldes han eludido darnos a conocer a la población aquellas acciones estratégicas en seguridad pública, más allá de los operativos tan divulgados contra el gran crimen, que por cierto han evidenciado cierta supremacía de los que violan la ley y desafían a la autoridad.
En las principales ciudades sinaloenses crece cada día el sentimiento social de desamparo al saberse la gente de a pie, a la que solo le queda el miedo como moneda de cambio ante el encañonamiento por los maleantes, a expensas de pistoleros y malvivientes que quedaron huérfanos de capos y de cárteles ante los golpes asestados a las grandes organizaciones criminales.
¿Alguien está oyendo las quejas que se expresan descarnadamente en las redes sociales, tal como lo hace Carmen Murillo? El Gobierno no, tal vez sí el crimen que deletrea nuestros espantos. Entonces, dejemos en las palabras de la periodista la respuesta: “protesto porque, como dice una canción de Silvio Rodríguez, no tengo que cerrar los ojos para ver que este tipo de asaltos no solo pasan en el camión Vegas...”.
Re-verso
El boleto no lo advierte,
Pero en este viaje urbano,
La terminal de la muerte,
Es el punto más cercano.
Ladrones y animales
Todo indica que van a quedar impunes los responsables de poner en vergüenza a Mazatlán con el asunto del tiburonario caro y blandengue. ¿Podrían aplicarles, aunque sea, la Ley de Protección a los Animales para el Estado de Sinaloa? Para defender a los peces, claro.