Criminalizar con fines de escándalo. La corrupción en academia y ciencia

Alejandro Sicairos
27 septiembre 2021

Con la denuncia contra 31 académicos y científicos por la supuesta malversación de recursos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, el Gobierno Federal comienza a abrir la caja de Pandora en instituciones públicas que corrompen la misión de impulsar todas las bondades del conocimiento, desde la educación. Mejor dicho, comenzaba a abrirla y le saltaron al cuello al Presidente Andrés Manuel López todas las víboras que despertó, muchas más de las que puede matar.

El caso de los beneficiarios del llamado Foro Consultivo Científico y Tecnológico AC constituye la pequeña muestra de la enorme mafia que en las universidades públicas opera el dinero para dichas áreas, repartiéndolo para comprar lealtades, armar equipo de activismo político, controlar los órganos internos de control y rendición de cuentas, así como financiar la vida lujosa de los rectores y sus esbirros. Es lo que ya se sabe: entre la educación y la transparencia existe el punto ciego de la corrupción con impunidad.

Tal vez sea la estridencia mediática derivada del mal manejo de la información en que incurre la Fiscalía General de la República, la que altera un procedimiento legal donde la presunción de inocencia vale para todos aquellos que son sujetos a carpetas de investigación o procesos judiciales por determinados delitos. Resalta la incongruencia de elevar a calidad de peligrosos maleantes a académicos investigadores y científicos, al mismo tiempo que las bandas criminales difícilmente son tocadas por el Estado.

Por lo pronto, como efecto de la manoseada indagatoria y las conferencias de prensa mañaneras de López Obrador, el tema de castigar la corrupción académica avanza rápido hacia la inviabilidad política. El propósito de que la Auditoría Superior de la Federación y la Unidad de Inteligencia Financiera investiguen el destino de recursos públicos otorgados a las instituciones de educación superior entró al pantano donde anidan todo tipo de reptiles que se protegen entre sí.

La costumbre del actual gobierno por llevar al ámbito mediático los asuntos que por la reserva propia de las investigaciones deben mantenerse en el contexto de fiscalías y juzgados, echó a perder el objetivo cardinal de auditar el dinero destinado a la educación, investigación académica, ciencia y tecnología que, por tratarse de rubros esenciales para el País, tienen que ser minuciosamente gastados en los fines etiquetados. Lo otro, eso de determinarles por adelantado hasta 40 años de cárcel en prisiones de máxima seguridad y acusarles de delincuencia organizada, lavado de dinero y peculado, no son más que petardos mediáticos para espantar cuervos.

Esto ya se transformó en otro enredo de la Cuarta Transformación. La misión ecuánime y resarcitoria de la justicia se alteró cuando las ambiciones de poder entraron, como siempre, a apostarle al caos y rivalizar con el marco legal. En la ambición por suceder en el cargo a AMLO, el Senador Ricardo Monreal se le atraviesa como barrera iracunda a la iniciativa que presenta su homólogo Armando Guadiana, también morenista, para que la ASF y UFI “investiguen los fondos tanto federales como de los estados que van a dar a las universidades autónoma, incluyendo a la máxima casa de estudios, la UNAM”.

Y entró a complicar más las cosas la agresión que desde la cobardía permitida en las redes sociales fue descargada contra Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del Presidente, redimensionada para satisfacción del atacante cuando el Mandatario federal la saca a relucir en cadena nacional sin la más mínima inteligencia para cortar de tajo este tipo de calumnias desde el momento o plataforma en que se originan.

El Presidente se mete cada día más al nido de víboras y las alborota sin traer consigo el suficiente antídoto. Las políticas federales de Comunicación Social lo han abandonado en el intercambio de toxinas y ejemplo de ello es el debate que genera la criminalización de los beneficiarios del Conacyt, con efectos colaterales devastadores para un asunto de Estado de alta prioridad: limpiar a las universidades públicas de la corrupción financiera, académica y política que las corroe y les debilita aprisa los cimientos éticos.

¿O será que la 4T inocentemente creyó que la mítica caja de Pandora, que contiene todos los males del mundo, le iba a arrojar en el tema educativo y científico a chinas poblanas bailando al son del huapango de Moncayo? No, señor Presidente, para lidiar con las “alimañas, tepocatas y víboras prietas” a las que se refirió su antecesor Vicente Fox, se necesitan más que conferencias mañaneras o carpetas de investigación echadas a perder con anticipación por la FGR.

Nos llevan estos exabruptos,

Al lugar del todo podrido,

Porque la ciencia ha caído,

En el caño de los corruptos.

Ahora sí, porque la Primera Dama ha sido alcanzada por las campañas de odio en las redes sociales, López Obrador fustiga las agresiones a través de la comunicación virtual, las mismas que atacan sin piedad a quien se atreve a analizar o sugerir virajes en la ruta que lleva la 4T. “Ofende a Beatriz y me ofende a mí, ¿qué tenemos que ver nosotros? Pero es producto de todo un proceso de deformaciones que se fueron creando durante el período neoliberal”, dice AMLO. Estamos de acuerdo y hay que ponerle fin a esto. De aquí para allá y de allá para acá.