Cultura de la inmediatez
Por el influjo de las nuevas tecnologías vivimos en una cultura de la inmediatez; todo se procesa al instante y los resultados se obtienen sin aletargados plazos. En esta absoluta inmediatez no existe un término medio que posponga, dilate o demore la acción.
Lo que debería constituir una bendición por la rapidez con que se ejecutan las tareas, se ha convertido en el extremo contrario merced al hechizo provocado por la revolución digital, que procura la satisfacción y gratificación instantánea.
La historia es el testimonio de lo que se ha visto y vivido a lo largo de los siglos, pero hay quienes se especializan en la historia de lo vivido recientemente, de ahí que le llamen “Historia de lo inmediato”, como hizo Renato Leduc con diez de sus crónicas periodísticas redactadas con ingenioso humor.
En otra obra editada por la Universidad de Chapingo en 2019, con el mismo título, los compiladores F. Moisés Zurita Zafra, Lavinia Enid Espinosa Heredia y Takuo Hozumi, expresaron:
“Si de algo es culpable la humanidad hoy en día, es precisamente de haber olvidado su dimensión humana y la importancia de su estar en el mundo como fuente creadora de riqueza cultural. Esto se debe a que ha hecho una inversión de valores, ha transferido a lo material y a lo económico los valores que sólo corresponden a la naturaleza humana: la dignidad, el respeto y la felicidad”.
Estas palabras encuentran consonancia con el texto de Chul Han al que hemos hecho constante alusión: “Las acciones se acortan y se convierten en reacciones. Las experiencias se rebajan a vivencias. Los sentimientos se empobrecen en la forma de emociones o afectos. No tenemos acceso a la realidad, que solo se revela a una acción contemplativa”.
¿Profeso la cultura de la inmediatez?