Cultura en Mazatlán, cambio de ciclo

Juan José Rodríguez
26 octubre 2025

El reciente cambio de titular y equipo en el Instituto de Cultura y Arte de Mazatlán nos tomó a no pocos ciudadanos con sorpresa.

Difícil es cuando un gran amigo culmina un ciclo, pero dentro de lo complejo e incómodo de esos procesos, satisface a todos al irse con frente y corazón en alto, además de la certeza de hacer siempre lo correcto, por difícil que siempre sea mantenerse en esa ética laboral y personal.

Es indiscutible que ha sido una labor de varios el mosaico actual de la vida cultural de Mazatlán, pero es justo en este momento cuando se deben reconocer los más significativos avances del ahora director saliente del Instituto de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán, la casa que él construyó.

Dos grandes logros públicos de Raúl Rico que no se mencionan y que fueron y aún son muy importantes, en los que participó aliado con otros ciudadanos muy entusiastas, son la existencia de Radio Cultura y del llamado Monumento a la Familia de Antonio López Sáenz, en su momento Monumento del Milenio, concebido y negociado por él durante esas celebraciones.

Me tocó estar presente en el desarrollo de este proyecto y recuerdo que don Antonio al principio no quería que estuviera frente al mar. Mi aportación como jefe de prensa fue realizar el video que se exhibió esa noche del 31 de diciembre de 1999 en una pantalla durante la inauguración.

Otro aporte directo e indirecto suyo fue el apoyo a la divulgación de la historia de Mazatlán, no sólo con la del Carnaval, que fue un excelente vehículo y pretexto para varias exposiciones, conferencias y publicaciones de oportunos libros.

Ahí fue muy importante su relación con el historiador Enrique Vega Ayala, con quien se hizo varias exposiciones en la entonces recién inaugurada Gran Plaza, y se publicaron las primeras recopilaciones de los poemas ganadores del Carnaval y su historia.

Por años, en el viejo Codetur, se le obsequiaba a visitantes un vistoso cuadernillo de información que lo mismo se le daba a funcionarios, turistas interesados o a grupos de estudiantes enviados a hacer su tarea.

Como jefe de prensa suyo, allá por 1996 me dio una instrucción directa y privada: no enviarle a los medios fotos suyas si ellos no lo pedían. Que no era correcto y era algo que incluso internamente se veía mal. Algo similar pasó hace poco al cerrar el libro sobre los 150 años del Teatro Angela Peralta, donde me pidió ser mesurado al mencionar algunos de sus logros directos.

Esa modestia y discreción pueden comprobarse con hechos recientes: en pocas exposiciones lo vimos cortando listones, dando discursos o entregando diplomas al final de cualquier evento, por pequeño que fuera... algo que suelen hacer algunos promotores culturales a la menor oportunidad y, así, se colocan al centro de la noticia, a veces opacando en la cobertura al pobre pintor o guitarrista emergente.

En fin, trabajé muy bien con él, sin menoscabo de la amistad, y en ese proceso colaboré también con Óscar García, hoy su reemplazo, quien hacía un brillante trabajo en su área bajo la égida de Raúl y jamás tuve una diferencia interna con Óscar, algo muy difícil en un ambiente tan competitivo; incluso realicé un viaje a Seattle con ambos en 1997, cuando había un intercambio anual de Ciudades hermanas entre el Carnaval local y el Seafair de allá.

Otra aportación de fondo fue la fusión de la Dirección de Cultura municipal y una comisión generalmente encargada en organizar el Carnaval, que permitió blindar a ambos organismos.

Para algunos fue y sigue siendo polémica, pero yo insistiría en que fue la mejor manera de asegurar los ingresos de difusión cultural y mantener un equipo que trabajara todo el año en el Carnaval y no hubiese que estar rehaciendo contrataciones temporales.

Los sucesores del licenciado Rico mantuvieron esa fusión y lograron aprovechar con éxito esas ventajas. Nos tocó en el pasado ver cómo el Ayuntamiento se llevaba a sus cuentas los altos ingresos del Carnaval y, luego, se daba el lujo de demorar los pagos a los proveedores o en algunos casos, de plano no pagarlos por motivos políticos o falta de liquidez.

La mejor suerte y comprensión para Óscar García en este reto, ya que es una persona capaz que enfrentará desafíos muy complejos, donde espero que no le falte el apoyo del Municipio y del Gobierno del Estado.

Y para el licenciado Raúl Rico González, un permanente agradecimiento por haber profesionalizado una actividad tan indómita como el Carnaval y darle un nuevo rostro y fortaleza a la vida cultural y, por lo tanto, a nuestra vigorosa y a veces tan compleja identidad.