Denegri, el Químico y el chayote
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Arturo Santamaría Gómez
santamar24@hotmail.com
“Ese gallo quiere máiz” (así, con acento en la a), decía Porfirio Díaz al identificar a los opositores que criticaban su gobierno para, según él, pedir dinero a cambio de su silencio.
Según Luis Velázquez, un periodista veracruzano contemporáneo, esta práctica porfiriana se extendía a los periodistas que pegaban para luego extender la mano y una vez con el “máiz” en el bolsillo trocaban sus críticas en elogios.
Carlos Monsiváis, en un célebre ensayo sobre el embute (o chayote) publicado en la revista Proceso en 1979, sitúa el origen del “chayo”, “chayote” o embute, durante la época del desarrollismo mexicano; es decir, en pleno auge del priato.
En un reportaje reciente la revista Forbes explicita lo que en México se entiende por chayote: “Se trata de una dádiva, ya sea en dinero o en especie, con la que se busca influir en reporteros, editores y directores de medios informativos para que la información difundida sea favorable. La palabra no existe en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua y su práctica tiene un origen poco cierto”.
“Se supone que la expresión (chayo, continúa Forbes) deriva de que hace muchos años la Presidencia de la República entregaba el ‘embute’ en la residencia oficial de Los Pinos por manos de una señora llamada Rosario; si el pago era considerable se decía que recibían un “chayote”, si era mediano entonces era un “chayo” y si era muy pequeño, “chayito”, pero cuando los atendía el Presidente en persona, dicen que lo que recibían era un ‘Rosario de bendiciones’”.
Julio Scherer, en su libro “Los Presidentes”, dice que la palabra chayote en el argot periodístico mexicano nació en 1966, cuando en Tlaxcala, en las épocas de Gustavo Díaz Ordaz, un funcionario de la Presidencia entregaba a los reporteros el “embute”, semioculto entre plantas de chayote.
Al margen del momento en que nació, lo cierto es que el chayote es una de las creaciones mexicanas más persistentes y generalizadas de la relación gobierno y periodistas que dañan a la sociedad mexicana. De manera ingenua, algunos llegamos a pensar que con la ausencia del PRI de Los Pinos esta relación enfermiza entre gobernantes y periodistas llegaría a su fin. Por supuesto, tal hecho no sucedió con Fox ni con Calderón, y, quizá de una manera diferente, tampoco ha sucedido con López Obrador, ni con algunos presidentes municipales de Morena, si nos atenemos a lo que se observa en Sinaloa.
En la actualidad, el chayo no ha desaparecido, ni siquiera se debilitó, más bien se expandió y mutó. Se extendió y se transformó con las redes. Si antes proliferaban los pasquines impresos, a veces hasta en mimeógrafo o en fotocopia, ahora brotan como hongos los portales electrónicos o publicaciones en línea que reciben su chayo a través de una transferencia bancaria.
El chayo es poliédrico. Una de sus facetas más caras es la de vender el silencio, tal y como lo practicaba, nos dice Enrique Serna en su estupenda novela “El vendedor de silencio”, el más célebre chayotero en la historia de México, Carlos Denegri. Es decir, el periodista, medio o plataforma electrónica que más alto vende su chayote no es el que golpea para cobrar sino el que guarda información oscura o confidencial para luego extender la mano a lo grande.
Otra forma de chayote es llenar de halagos al gobernante en turno o, por lo menos, destacar siempre lo que se considera positivo y jamás señalar lo equivocado.
Noroeste publicó esta semana un amplio y documentado reportaje sobre los medios tradicionales y nuevos que facturan en el Gobierno municipal de Mazatlán, donde observamos que los más escuchados, vistos o leídos no son los que reciben pagos por publicidad, sino las emergentes plataformas electrónicas que, dice el reportaje, en lo fundamental reproducen la información oficial. Bueno, pues esto, se parece a otra faceta del chayote: “me pagas para publicar lo que te convenga”. “El Químico” Benítez, además, y en contraste lo que hace el Presidente López Obrador, no disminuyó el presupuesto en medios sino que lo aumentó en su primer año de gobierno, aunque a estas alturas no lo haya gastado todo. Y si bien AMLO apoya mucho a las plataformas afines, a ninguna le ha pagado, ni de lejos, más publicidad que a los grandes medios tradicionales.
Habrá que decir que “El Químico” no es el único que ha programado gastar fuertes sumas en medios; Quirino Ordaz, tal y como nos lo revela la diputada Graciela Domínguez también se ha excedido. Va a ser más interesante saber con quién ha gastado más el Gobernador.
Posdata
Enrique Serna, autor de un soberbio retrato de Carlos Denegri, presentará en Mazatlán su novela sobre este personaje el próximo 10 de octubre a las 7 pm en la Casa Antonio Haas. Será un lujo escucharlo hablar.