Desastres sin fondos

Adela Navarro Bello
10 septiembre 2021

A las 9:57 horario del centro del País, el Presidente Andrés Manuel López Obrador emitió un mensaje a través de sus redes sociales, de lo que había sucedido una hora antes este martes a 14 kilómetros de la ciudad de Acapulco, Guerrero, de acuerdo al servicio sismológico nacional: “un sismo magnitud 7.1”.

El temblor dejó a gran parte de Acapulco y otros municipios aledaños, en el sureste de esa región, con fuertes sacudidas, sin energía eléctrica, sin comunicación celular, y con daños en estructuras de casas particulares. Los damnificados, de un sismo que también vivieron en Ciudad de México, aún se desconocen. Pero los videos de personas afectadas, comienzan a emerger a través de las mismas redes sociales.

El mensaje del Presidente, sin embargo, minimiza los daños que un sismo de 7.1 puede hacer en las viviendas de los mexicanos en las zonas afectadas. Estas fueron las palabras de López Obrador:

“Les informo sobre el temblor con epicentro en Acapulco, Guerrero, afortunadamente no hay daños mayores, piedras, caídas de bardas, lo mismo en Morelos, no hay daños en Oaxaca, no hay daños en Puebla, no hay daños graves en la Ciudad de México, el General Sandoval, Secretario de la Defensa, ha hecho una consulta, una revisión en todas las zonas militares, y ese es el reporte que se tiene. Afortunadamente no hay daños graves; hablé también con la Jefa del Gobierno de la Ciudad de México, con el Gobernador de Oaxaca, con el de Guerrero, de Puebla y es el mismo reporte, afortunadamente no tenemos hasta ahora ninguna información sobre pérdidas de vidas humanas. Eso es lo que puede informarse”.

Se refiere, al menos así lo da a entender, a que no hay daños en la instalaciones militares, y que los gobernadores, a una hora de sucedido el sismo, le reportan que de igual manera no hay daños. No hay en el mensaje del Presidente López Obrador, un compromiso para quienes puedan resultar damnificados de este sismo, en ningún estado, en ninguna ciudad.

Como no ha habido en el caso de las afectaciones de los huracanes que en las últimas tres semanas, han dejado daños en carreteras, puentes, propiedades públicas y privadas, y de miles de damnificados en estados como Veracruz, Yucatán, Sinaloa, Quintana Roo, Jalisco, Estado de México, así como las terribles inundaciones en Hidalgo, en Tula, donde la noticia más notoria no fueron las casas, las carreteras o los puentes colapsados e inundados, pero sí lo fue la muerte de 17 pacientes que se encontraban en un hospital que se inundó.

El Huracán Ida, aunque afectó la costa de los Estados Unidos, dejó terribles daños en el Golfo de México, cerca de la zona de aquel país, con el derramamiento de petróleo.

El Huracán Grace hace tres semanas hizo estragos en Quintana Roo y Yucatán, afectando importantes ciudades para el turismo de aquella región del País, como Cancún y Cozumel.

El mismo fenómeno meteorológico, arrasó con casas, calles, puentes, carreteras y lo que encontró a su paso en Veracruz, donde registraron al menos nueve muertes por deslaves e inundaciones, con daños en por lo menos 28 municipios, a cuyos damnificados en aquel momento, el Presidente López Obrador les dio el pésame por los perecidos, y el esperanzador “no están solos”, que aún no se les materializa a los damnificados, pero están a la espera de que “el Gobierno federal mande apoyos”, porque los gobiernos locales, no pueden, o no tienen.

Días después el Huracán Nora hizo desastres, particularmente en Sinaloa y Jalisco. Los videos descargados en las redes sociales mostrando cómo se colapsaron puentes que conectaban poblados, o como se desplomaron casas, autos fueron arrasados por las corrientes de agua, también inundaron la internet,. En Culiacán hablaron de cientos de familias damnificadas, 950 aproximadamente; el Alcalde, el morenista Estrada, hacía votos para que la zona fuese declarada como emergencia nacional y se activaran los apoyos por parte del gobierno de la República.

En Sinaloa la tragedia de Nora llegó hasta El Quelite, a Elota, a Mazatlán, Eldorado, mientras en Jalisco afectó poblados como Corrales, Pizota, Quimixto, Las Ánimas, municipios como Tlaquepaque, Zapopan y la zona de Miramar. Entre todos, los damnificados también llegaban a las mil familias, y de acuerdo al Gobernador Alfaro, requerirían unos 500 millones de pesos para reconstruir y ayudar a vivir de manera digna a quienes perdieron parcial o totalmente su patrimonio.

Pero el dinero no ha llegado. Lo siguen exigiendo en Veracruz y en Yucatán, en Jalisco y en Sinaloa, y ahora el sismo de 7.1 grados, complica más la situación de los desastres naturales en el País, a los miles de afectados por los huracanes (que aún no terminan), o las inundaciones, se sumarán aquellos que ven su patrimonio dañarse por el temblor.

Y la ayuda no llega porque ahora se entrega, se reparte, desde el centro del Gobierno de la República. No hay un sistema para reaccionar de manera rápida ante los desastres naturales, porque el 28 de julio de 2020, a iniciativa de la Presidencia de la República, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, desapareció el Fonden (Fondo Nacional para Desastres Naturales), que el Presidente Ernesto Zedillo creó en 1997, para apoyar a los damnificados y la reconstrucción de la infraestructura vial, urbana y rural.

El Fonden era un instrumento financiero que administraba el Sistema Nacional de Protección Civil, para apoyar luego de desastres naturales como huracanes, ciclones, terremotos, y otros desastres naturales, en cuanto se activaba la emergencia nacional, comenzaban a fluir los insumos para la gente, desde lo más básico como enseres domésticos, materiales de construcción, despensas, agua, vestimenta, cobijas, hasta la reconstrucción de la infraestructura dañada, fuese en carreteras, caminos, puentes, desniveles, edificios.

Pero el Presidente López Obrador, pensaba, y acaso lo sigue pensando, que el Fonden era la “caja chica” de la clase política mexicana que él gusta de calificar como conservadora, sea del PRI, sea del PAN. Que hacían negocio vendiendo insumos a precios caros para estos ser adquiridos como los recursos del Fonden y entregados a la población. Y quizá sí, es probable que eso haya sucedido, pero nadie entregó en momento alguno una auditoría para conocer de los excesos, el abuso y el provecho que sacaban los políticos del pasado, de programas como el Fonden, de fin noble y solidario. Nadie está en la cárcel por vender con sobreprecio, o por quedarse con el dinero de los damnificados, o vender despensas, o lucrar con la desdicha del mexicano afectado. Nadie. Al parecer no hubo investigaciones para deslindar responsabilidades.

Como tampoco hubo estudios para hacer eficiente y transparente un fondo que, evidentemente, sí tenía un buen objetivo: ayudar de manera inmediata a los damnificados. El Presidente López Obrador no es dado a enderezar programas, prefiere desaparecerlos, aunque en ello, se afecte a una parte de la población.

El Fonden estaba compuesto de tres fondos, el revolvente Fonden de la Secretaría de Hacienda, el fondeo del Ramo 23 del Presupuesto de Egresos de la Federación, y el fideicomiso Fondo de Desastres Naturales. Los tres se acabaron. El recurso que ahí se encontraba, fue integrado a la Tesorería de la Federación.

Y aunque cuando decidieron desaparecer el Fonden, justificaron que establecerían un nuevo sistema de apoyo para desastres naturales, no se ha aprobado la Ley General de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, que dictaría las nuevas reglas para entregar ayuda a los estados afectados por desastres naturales.

Hoy día, los damnificados de los huracanes Grace, Nora, de las inundaciones en el centro del País, y ahora del sismo del 7 de septiembre en Acapulco están esperando la actuación del Gobierno federal, para que les envíe el apoyo, que nada más no llega, y cuando lo hace, es a cuentagotas, como las visitas del Presidente a las zonas afectadas.