Designio divino

Rodolfo Díaz Fonseca
04 agosto 2025

Cuentan que un día se quejaba Santa Teresa de Jesús de lo mal que la trataba Dios con enfermedades, problemas y arideces de todo tipo en su vida, a lo que Jesús le respondió: “Teresa, así trato yo a mis amigos”. La santa, con mucha gracia, le contestó: “Ah, Señor, por eso tienes tan pocos”.

Esta anécdota acudió a mi mente al enterarme del fallecimiento de Carlos Leal Félix, querido primo y padrino, en un accidente. Es el tercer hijo que pierden sus atribulados padres, de los siete que procrearon. Dos hijas y una nieta han fallecido de enfermedad terminal y, ahora, este hijo en infausto accidente.

En cuanto a la propia familia que Carlos formó, estaba gozando de una época en que, con dificultades, pero todo parecía sonreírle: su esposa y él trabajando en su comercializadora, su hijo se casó y le regaló dos nietos hace seis meses, mientras que su hija, que se graduó en Medicina, trabaja en la Ciudad de México.

Su padre, con cierto dejo estoico, sobrelleva esta irreparable pérdida, mientras su atribulada madre se desgarra el corazón, musitando continuamente: “Ven, Carlitos, ven. No te vayas, no quiero verte ahí”.

En la Biblia, en el capítulo 7 del Segundo libro de Macabeos, se narra la historia de una mujer que exhortó a sus hijos a no claudicar ante su fe y soportar el martirio. Muy parecida es la historia de Agustina Ramírez, quien entregó a sus 13 hijos a la República para combatir a los franceses, y solamente sobrevivió uno.

Sin embargo, esta historia es diferente. ¿Tendrán que soportar algo más estos angustiados padres? ¿Se les puede exigir algo más, en lo que parece un incomprensible designio divino?

Descanse en paz este ser luminoso, amable y generoso.