Diálogo en Mazatlán entre Smith y Keynes

Omar Lizárraga Morales
06 octubre 2025

En 1864, Maurice Joly publicó Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, una obra que recrea un intercambio imaginario entre dos grandes pensadores políticos.

Con este recurso literario, Joly no solo exploraba ideas políticas, sino que también ofrecía una reflexión crítica sobre el poder y la moralidad en su tiempo.

Inspirándome en esta técnica, en mis clases de historia económica en la Universidad Autónoma de Sinaloa fomento debates dinámicos entre los estudiantes, donde analizamos teorías económicas de distintos autores y evaluamos su relevancia en el contexto actual, invitando a la reflexión crítica y al diálogo abierto.

Dos de los pensadores que estudiamos este semestre son Adam Smith y John Maynard Keynes, cuyas contribuciones deben interpretarse dentro de las problemáticas y desafíos de sus respectivas épocas.

Curiosamente, ambos comparten fecha de nacimiento, el 5 de junio, aunque separados por 160 años: Smith nació en Escocia en 1723 y Keynes en Cambridge en 1883.

Adam Smith, considerado el padre de la economía clásica y del liberalismo económico, sostenía que el mercado se autorregula mediante la famosa “mano invisible”, un mecanismo que equilibra la oferta y la demanda de manera espontánea.

Según Smith, la intervención del Estado en la economía debe ser mínima, limitada a funciones esenciales como la defensa, la justicia y la protección de la propiedad privada. La riqueza y el bienestar, argumentaba, surgen naturalmente cuando los individuos persiguen sus intereses económicos dentro de un mercado libre.

En contraste, John Maynard Keynes surgió como la voz crítica frente a las limitaciones del mercado, especialmente evidentes durante la Gran Depresión de los años 30. En su obra Teoría general del empleo, el interés y el dinero, Keynes defendía que el Estado debía intervenir activamente para estabilizar precios, promover el empleo y garantizar el crecimiento económico.

Para él, la economía no podía dejarse exclusivamente a la autorregulación del mercado, ya que las imperfecciones e inestabilidades podían provocar crisis profundas con consecuencias sociales devastadoras.

Para ilustrar estas corrientes de pensamiento, en clase analizamos la actividad turística en Mazatlán, un caso contemporáneo que permite vincular teoría y práctica.

Desde la perspectiva de Smith, se argumentó que el gobierno no debería regular las tarifas, pues la “mano invisible” ajustaría los precios: a mayor demanda turística, es natural que éstos aumenten.

Asimismo, en relación con plataformas de rentas vacacionales, Smith argumentaría que el libre mercado asigna naturalmente a cada actor su lugar, limitando la intervención del Estado a la protección de la propiedad privada. En este esquema, los propietarios de hoteles, restaurantes y agencias de viajes serían los principales beneficiados, mientras que, según la lógica del efecto derrame, la prosperidad económica terminaría por generar ingresos, empleo y consumo para los sectores menos favorecidos.

Por otro lado, la interpretación keynesiana subraya que los precios deben ser regulados para corregir las imperfecciones del mercado y asegurar la sostenibilidad a largo plazo.

Keynes propondría que el Estado supervise tarifas y distribuya recursos de manera equitativa, priorizando a los sectores más vulnerables.

Además, alertaría sobre la competencia dispareja de las rentas vacacionales y sobre los riesgos de una expansión inmobiliaria descontrolada, que podría derivar en crisis económicas locales.

En el salón de clases llegamos a la conclusión de que un diálogo entre Smith y Keynes terminaría en un punto intermedio: una visión historicista, con una intervención estatal limitada, que fomente la competencia justa, permita el desarrollo autónomo de los sectores económicos y garantice el respeto a los derechos de todos los actores involucrados.

Es cuanto....