Educación y planeación estratégica en Sinaloa

Fidel Ibarra López
16 octubre 2019

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Investigador Titular del Centro de Investigación e Innovación Educativa del Sistema Educativo Valladolid (CIINSEV).

Desde el 2011 se tiene publicado un estudio de parte de Conacyt donde se presenta una agenda de innovación para Sinaloa, con la cual se caracteriza la vocación económica del estado, así como las ventajas competitivas de cada una de las regiones económicas que conforman a nuestra entidad. El estudio se puede concebir como un documento donde se plantea una agenda de planeación estratégica para el desarrollo económico y la innovación en Sinaloa. En ese sentido, ese documento podría haberse utilizado como directriz para el planteamiento de los Planes Estatales y Municipales de Desarrollo en Sinaloa, y a partir de ahí diseñar la política pública orientada hacia las ventajas competitivas que ofrece el estado en cada una de las regiones económicas.

¿Ha ocurrido así? No, para nada. A nivel estatal y municipal se configuran determinadas visiones -cada tres o seis años- que en conjunto se vinculan muy poco entre sí. Lo anterior representa una contradicción en términos de planeación estratégica, puesto que lo adecuado sería que se constituyera la política pública en base a un proyecto de largo plazo independientemente de quien ocupe el poder -en el estado y en los municipios-. El problema es que a los mexicanos nos cuesta planear en el largo plazo y todo cae en el plano de la inmediatez.
No obstante a lo anterior, para el caso del presente artículo, el análisis lo orientamos desde la perspectiva educativa, entendiendo a ésta como una herramienta estratégica para la planeación del desarrollo económico del estado. Me explico: de acuerdo con la Agenda de Innovación de Sinaloa, la vocación económica para el caso de nuestra entidad se ubica en seis sectores estratégicos: 1) Los alimentos primarios; 2) La agroindustrial; 3) La biotecnología; 4) El turismo; 5) Las tecnologías de la información y comunicaciones; y 6) La logística. Si estas áreas económicas constituyen la vocación económica del estado, ¿en qué medida la oferta educativa universitaria se está orientando hacia estos sectores?
De acuerdo con el Plan Estatal de Educación 2017-2021, en Sinaloa se tienen 366 programas de licenciatura y 197 programas de posgrado para el ciclo escolar 2016-2017. Estos programas se ofertan en 121 planteles con sostenimiento público y 45 de sostenimiento privado (PEE, 2017-2021; p. 26). ¿Qué correspondencia tiene la oferta que se presenta en estos planteles -públicos y privados- con la vocación económica que se plantea en la Agenda de Innovación en Sinaloa? Si nos detenemos en la oferta educativa de dos de las universidades más importantes del estado, la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) y la Universidad Politécnica de Sinaloa (UPSIN), nos daremos cuenta que se tiene cubierta -desde hace un buen tiempo- la demanda que plantea Conacyt para el caso de Sinaloa.
En la UAS, por ejemplo, en su oferta educativa se tienen programas en materia de las Ciencias Agropecuarias; en Ingeniería y Tecnología -con licenciaturas en ingeniería en Software; Informática; Bioquímica; Ingeniería Química; y Biotecnología Genómica-; y en Turismo. Y la UPSIN, tiene programas en Biotecnología; Mecatrónica; Logística y Transporte; Tecnologías de la Información; Nanotecnología; y Energía.
Se cuenta entonces, con un estudio en términos de planeación estratégica (Agenda de Innovación) y una oferta educativa concordante con los sectores económicos que se identifican con mayor ventaja competitiva para Sinaloa. ¿Dónde está el problema entonces? El problema radica en que desde el poder político -estado y municipios- no se declara como prioridad -en los hechos- las actividades económicas que no estén vinculadas al sector agropecuario y el turismo, pese a que se identifica como necesidad, la diversificación de la economía (Cfr. Plan Estatal de Desarrollo, 2017-2021).
Así, el resultado que tenemos es el siguiente: se creó una oferta educativa para una economía, en algunos casos, poco desarrollada en las áreas que señala la oferta; y en otros casos, es inexistente en la realidad económica sinaloense -como el caso de nanotecnología-. Lo expongo, en otros términos: si nos remitimos a lo que indica el PIB estatal sinaloense, desde el 2003 hasta el 2012 la base del PIB se sostiene en las actividades terciarias -poco más del 70% del PIB1- y en el sector primario. Y esto mismo se plantea para el caso de la inversión privada, donde la industria de los alimentos acapara un porcentaje importante del pastel de la inversión. Asimismo, esto se representa en el número de trabajadores por actividad económica, donde el sector comercial contiene el mayor número de empleados registrados ante el IMSS en Sinaloa (Cfr. CODESIN, 2013).
Agrego un dato adicional, por la importancia del caso. De acuerdo con López (2013), en el periodo 2000-2012, se crearon en promedio 10 mil 405 empleos anuales; pero la demanda de jóvenes que requieren un primer empleo cada año asciende a 21 mil, lo cual indica que se tiene una eficiencia del 49.5% durante el periodo señalado. Si ese nivel se mantiene en la actualidad, significa que muchos de esos jóvenes que se quedan sin una oportunidad de empleo son egresados de las áreas vinculadas a la tecnología, la nanotecnología, la logística, la biotecnología o la energía. Esos jóvenes no son absorbidos por la economía formal y terminan emigrando a otros estados donde se tienen mejores condiciones en términos de infraestructura económica para sus áreas de estudio (Jalisco, Aguascalientes, Querétaro, Guanajuato o Baja California Norte).
Llegado a este punto, me detengo para plantear lo siguiente: la planeación que se ha desarrollado en todos estos años en Sinaloa desde los gobiernos locales no ha sido una planeación que haya vinculado de forma estratégica a las universidades, los sectores productivos y el gobierno local. Cada uno ha empujado por su cuenta la concepción de desarrollo del estado de acuerdo con la visión particular que se tiene. En cierta forma, la planeación ha sido una metáfora de un archipiélago -en lugar de un continente- donde cada uno de los tres sectores ha sido una isla con poca o nula vinculación con el otro.
Desde esta perspectiva, ante la pregunta: ¿hacia dónde vamos como sociedad en términos de desarrollo económico en el siglo XXI? La respuesta es de suma compleja, porque no se tiene claro bien a bien hacia dónde vamos más allá del turismo y la industria alimentaria. Lo pongo en perspectiva con un ejemplo: de acuerdo con el actual Secretario de Economía del gobierno del estado, Javier Lizárraga Mercado, en este gobierno se le va a apostar al sector industrial. Y, por ende, se afirma que vienen -como inversión- dos Parques Industriales a Sinaloa, “un parque de drones no tripulados en el Norte de Mazatlán y el parque desarrollador industrial que va a contribuir en el sector aeroespacial, aeronáutico, automotriz, electrónico y al que se le conoce como industria médica” (Noroeste, 5 de febrero del 2019).
La información se dio a conocer -como se indica- desde febrero del presente año. Y la pregunta es (otra vez): ¿con qué capital humano se le puede hacer frente a este tipo de inversiones si no hay en el estado una oferta educativa universitaria orientada hacia la industria aeroespacial y aeronáutica?
Termino con lo siguiente: lo que se señala en el presente artículo es de sobra conocido, no hay ningún hilo negro en todo esto. Lo significativo es que, los años pasan y seguimos sin definir un rumbo más allá del sector agrícola y el sector servicios en Sinaloa. Lo cual significa que, desde los claustros universitarios se intenta situar a Sinaloa en el Siglo XXI con una oferta educativa basada en la economía del conocimiento, y desde el ámbito del poder público se persiste en mantener al estado en la dinámica de la economía del Siglo XX, con una economía extractiva y sostenida con un modelo de productividad sustentado en una mano de obra barata. Ese modelo ya es inviable en las actuales condiciones económicas.
Requerimos definir un rumbo. Y para ello se requiere de planeación estratégica.
Fuentes consultadas:
CODESIN, (2013); “Alianza por la competitividad”, Primera edición, Culiacán, Sinaloa. Documento disponible en internet en: http://codesin.mx/wp-content/uploads/2014/10/libro_codesin_onlinejun20141.pdf
Conacyt; (2011), “Agenda de Innovación de Sinaloa”. Documento disponible en internet en: http://www.siicyt.gob.mx/index.php/normatividad/estatales/agendas-estatales/356-sinaloa-agenda-de-innovacion/file
Noroeste, “Sinaloa sí tiene un plan estratégico para mejorar la economía: SE”. Información disponible en: https://www.noroeste.com.mx/publicaciones/view/sinaloa-si-tiene-plan-estrategico-para-mejorar-la-economia-se-1154997
Plan Estatal de Desarrollo, 2017-2021; documento disponible en internet en: https://sinaloa.gob.mx/uploads/2017/06/plan-estatal-de-desarrollo-sinaloa-2017-2021.pdf
Plan Estatal de Educación, 2017-2021; documento disponible en internet en: http://www.sepyc.gob.mx/documentacion/PEE%202017-2021.pdf