El arte de darse

Rodolfo Díaz Fonseca
26 julio 2021

Es muy conocida la frase de que lo más importante no es dar, sino darse. En efecto, para dar no se requiere mucho esfuerzo, basta con tener algo que repartir; en cambio, darse requiere gran generosidad y esfuerzo porque de lo que se trata es de compartir la misma persona, no un bien material, caduco y efímero.

No es necesario dar grandes y valiosas cosas. Lo esencial no está en el tamaño, valor, brillo o color; lo sustancial se esconde en los pequeños detalles que se comparten con generosidad, desinterés, cariño, sencillez, dulzura y amor.

El tenor bávaro, Jonas Kaufmann, ofreció en el Teatro Alla Scala, de Milán, el 14 de junio de 2015 una velada espectacular. La Scala, como es conocida comúnmente, está considerado el templo máximo del canto operístico, de ahí que su público sea muy exigente. Sin embargo, aun el auditorio más especializado y conocedor sabe personar los posibles errores cuando percibe la entrega, empatía y generosidad de los intérpretes.

Kauffman, como dijimos, lució excepcional y desenvuelto durante todo el concierto dedicado a Puccini. Empero, al llegar a la fase del encore (o “propina” de arias o canciones que regala el intérprete), se relajó un poco y pidió al director le ayudara a desabotonar el cuello, cosa que el público rubricó con sonrisas y carcajadas.

Al cantar el aria Nessun dorma, de Turandot, se le olvidó la letra al pronunciar “tramontate stelle”. El público, lejos de enojarse y abuchear, lo celebró festivo y con risas, lo que lo motivó a proseguir con la frase “quando la luce splenderá” y culminar triunfalmente con 40 minutos de aplausos.

Cuando alguien se da, no importa que cometa algún yerro, puesto que se le perdona por su entrega.

¿Entrego, brindo y doy mi mejor esfuerzo?