El conocimiento es poder

José Ramón Díaz Fonseca
18 junio 2017

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¿Recuerdas cuando de niño leías los fascinantes cuentos de Las mil y una noches? ¿Recuerdas el cuento de Aladino y la lámpara maravillosa?, cuando frotaba la lámpara y se le aparecía un genio que preguntaba “¿Qué deseas amo? Pide lo que quieras y te complaceré”. Podría pedir joyas, un palacio, una princesa. No había petición demasiado exagerada y el genio nunca fallaba.

Al referirnos ahora a una persona de inteligencia superior, la llamamos “genio” y si buscamos esta palabra en el diccionario, una de las acepciones se refiere a un espíritu guardián o sirviente que está a la disposición de cada uno de nosotros.

Al ir descubriendo los secretos que encierra la computadora que llevamos en el cerebro, todos tenemos un “genio” a nuestro servicio. El genio de tu computadora inconsciente te pregunta: “¿Cuál es tu deseo?”. Solo tienes que dictarle la orden.

La tragedia es que casi todos le ordenamos a nuestro genio que cumpla con tareas como “ráscame la espalda”, “amárrame los zapatos” o “prende el televisor”.

Imaginemos un científico, con la pluma en la mano y un papel en la mesa, tratando de resolver una complicada ecuación matemática, y junto a él se halla una gran computadora, a la que le ha encargado únicamente la tarea, sencilla, de sumar algunas cantidades. ¿No pondríamos en tela de juicio su criterio... o hasta su salud mental?

Sin embargo, es lo que hacemos todos los días con nuestras propias computadoras. Desperdiciamos las oportunidades de la vida al cerrar la puerta a nuestro propio genio de la imaginación que podría resolver problemas y producir ideas. Mantenemos la puerta atrancada por temor a lo que fuera a salir de allí... Por temor a tomar un sendero al prestigio.

No olvides que cuando te miras como tu Creador te hizo, con todas las posibilidades latentes desarrollándose en realidad; cuando te ves como el triunfador que puedes llegar a ser, nada ni nadie, excepto tú mismo, pueden evitar que logres tu meta en la vida.