El espíritu de Francisco I. Madero
Recordemos a Francisco I. Madero en un aniversario más de su muerte y no olvidemos que empezó muy duro el año de 1910 haciendo campaña en Sinaloa. El 2 de enero ya había estado en Mazatlán haciendo campaña hasta en el circo Atayde, apoyado por Heriberto Frías, durante ese intenso año que cambió la vida de todos.
Dos días después, fundó el Club Antireeleccionista de Culiacán. El porfirista corresponsal del periódico El Imparcial afirma que en la asamblea mencionaron al señor Francisco Verdugo Fálquez para posible presidente y que en ese momento salió del local.
Luego se propuso y aceptó como presidente al ingeniero Manuel Bonilla y vicepresidente a Juan Jacobo Valadés, quien renunció horas después afirmando que su decisión obedeció a un “consejo de familia” a quien le pareció muy sediciosa la labor de Madero.
Manuel Bonilla nunca se rajó y anduvo muy activo luego en la toma de Culiacán y llegó a ser Ministro de Comunicaciones a la hora del triunfo del movimiento democrático.
La primera gran revolución del Siglo 20 fue también la primera operada desde el Más Allá. Nuestros libros de historia son muy pudorosos en ese sentido, y quizás esta afirmación provocará desconcierto y molestia, pero es un hecho confirmado que don Francisco I. Madero, el apóstol de la democracia, no sólo creía en los espíritus, sino que también se comunicaba constantemente con ellos.
Si de por sí eso puede ser impresionante, imagine usted que las almas de la otra dimensión además le orientasen sobre las acciones a tomar en la política.
Antes que nada, recordemos que Madero no era la única persona instruida de esa época que compartió esa creencia. Personalidades como Víctor Hugo y Sir Arthur Conan Doyle, dos grandes intelectuales contemporáneos a don Francisco, apoyaron al espiritismo sin temor al descrédito.
Al momento de la juventud de Madero, el espiritismo era asunto de discusión. Muchas familias que habían perdido hijos en la Guerra Civil de Estados Unidos y la Franco Prusiana buscaban desesperadamente comunicarse con ellos. Nuestro héroe vivió en Francia en ese periodo de luto general.
Madero se comunicaba por vía escrita con el ánima de su hermano Gustavo, quien había muerto de niño en un terrible accidente al quemarse con una lámpara de petróleo. (Gustavo A. Madero, compañero de armas de Francisco, es un hermano posterior a quien los padres dieron el mismo nombre).
Madero usaba el método de la escritura automática, un proceso que consiste en caer en trance y dejar que la mano del espíritu comience a escribir con la propia. Un fantasma acucioso -precisamente aquel quien le avisa que su vida va perderse en la lucha armada- firmaba con las iniciales B. J. y parece ser que esa ánima era la del propio don Benito Juárez, según se afirma.
Esto no es chisme ni suposición. La familia Madero conserva esos cuadernos y hace unos pocos años los sacó a la luz para su estudio histórico. Enrique Krauze los consultó y ha compartido estos hallazgos en varias publicaciones e incluso en uno de sus libros.
La psicología y el sentido común ofrecen una explicación a este hecho. Puede ser que Madero, al realizar los ejercicios de abolición del yo para abrir su mente a los mensajes del otro mundo, hubiese incurrido en un proceso de escritura subconsciente, donde lo que apareció en el papel en realidad fueron pensamientos suyos que, de otra manera, serían descabellados, irreales y poco prácticos... el otro Yo se convertía en la verdadera identidad del individuo.
Esa es otra explicación para entender por qué un hacendado próspero dedicó su tiempo y su fortuna en aras de un cambio social. Madero no era ningún ingenuo: creía fervientemente en su ideal y dio la vida por él. Los espíritus -o quizás lo que quedaba de su primer Yo- le advirtieron de ese peligro y él decidió seguir adelante.
Antes del 20 de noviembre, Madero se retiró 40 días y 40 noches al desierto, dedicado a la oración y el análisis. Era vegetariano y jamás bebía.
El historiador Jesús de León afirma que Madero se hizo espiritista porque era un asunto muy popular y esa fue la mejor oportunidad de garantizarse una amplia base política. Como si se hubiese hecho ecologista el día de hoy o amigo de las mascotas, pero sería injusto reducir esto a un oportunismo, ya que las cartas hablan que él creía en esa doctrina.
Y se mantuvo en ese ideal, a pesar de que los mismos espíritus -o su propio subconsciente materializado en ellos como idea- le avisaron que esa ruta política le iba a provocar una muerte muy terrible.
Por lo que haya sido, este gran hombre se sacrificó por un cambio que beneficiaría a todas las clases sociales, perjudicando incluso a la que él pertenecía, y por esa doble entrega, su verdadero espíritu merecerá siempre nuestra admiración y eterno respeto.