El Golfo de México: construir juntos la protección de nuestros mares

Oceana
11 octubre 2025

Las Áreas Naturales Protegidas (ANP) en el mar cumplen una función vital para la salud de los océanos y para el bienestar de las comunidades que dependen de ellos.

En regiones como el Golfo de México, estas áreas protegen ecosistemas clave como manglares, pastos marinos, y, particularmente, los arrecifes de coral, que a pesar de ocupar menos del 1 por ciento de la superficie marina de todo el mundo, albergan cerca del 25 por ciento de todas las especies marinas conocidas.

Estos ecosistemas no sólo son refugio para la biodiversidad, también proveen servicios fundamentales como la protección costera frente a huracanes, la generación de alimento, el sustento económico por medio de la pesca y el turismo, así como espacios de recreación. Por estas razones, Oceana ha promovido la creación de nuevas ANP en sitios estratégicos de Yucatán, como el Parque Nacional Bajos del Norte, donde aún sobreviven formaciones coralinas importantes y zonas de alta productividad pesquera.

Sin embargo, decretar un ANP es apenas el primer paso. Para que estas zonas cumplan su función de conservación y también sean socialmente viables, es necesario construir de forma participativa un Programa de Manejo. Este documento guía las actividades que se permiten dentro del área, define zonas y subzonas con distintos niveles de protección o aprovechamiento, y establece lineamientos claros sobre lo que se puede o no hacer.

Un Programa de Manejo no puede diseñarse desde un escritorio, alejado del territorio. Las comunidades costeras que históricamente han habitado, usado y cuidado estos ecosistemas poseen un conocimiento valioso que no puede ignorarse.

Involucrarlas desde el inicio permite que las reglas reflejen su realidad y necesidades, lo que genera mayor legitimidad, cumplimiento y éxito en la conservación a largo plazo.

En el caso del nuevo Parque Nacional Bajos del Norte, Oceana -en colaboración con organizaciones como COBI, la CONANP y otros actores- ha impulsado un proceso participativo con talleres comunitarios en donde personas pescadoras, académicos, autoridades y sociedad civil se sientan a dialogar.

Estos encuentros han servido para acordar, por ejemplo, qué zonas podrían reservarse exclusivamente para conservación, cuáles para pesca sustentable, cómo atender preocupaciones locales y qué acciones específicas son necesarias para proteger el parque sin afectar los medios de vida de la gente.

Además, los talleres permiten identificar oportunidades: cómo mejorar la vigilancia comunitaria, cómo integrar el turismo responsable como fuente de ingreso, y cómo fortalecer la gobernanza pesquera desde lo local.

La conservación marina no debe verse como una imposición externa ni como un freno a la vida productiva. Al contrario, cuando se hace de forma colaborativa, representa una oportunidad para recuperar pesquerías, atraer turismo responsable, restaurar hábitats degradados y asegurar que los beneficios del mar se mantengan para las siguientes generaciones.

En Oceana creemos que las ANP sólo tienen sentido si sus beneficios llegan a las personas. Por eso, apostamos por Programas de Manejo construidos en conjunto, con la suma de participaciones, porque proteger los arrecifes y la vida marina también significa proteger a quienes viven del mar.

La autora es Mariana Reyna, coordinadora de Ciencia de Oceana en México.