El himno europeo

Rodolfo Díaz Fonseca
19 enero 2023

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La belleza y magnitud de la Novena Sinfonía de Beethoven han sido reconocidas por la Unión Europea al adoptarla desde 1985 como su himno, pero en su versión orquestal (dirigida por Herbert Von Karajan), sin el poema de Friedrich Schiller. Asimismo, la partitura original de la obra se inscribió en la Memoria del Mundo de la Unesco, en 2001, como una herencia espiritual de la humanidad.

La sinfonía es interpretada en momentos solemnes porque es un himno que invita a la libertad y la alegría. De hecho, en ocasiones se le ha considerado como un canto político; por ejemplo, fue interpretada en un concierto memorable para celebrar la caída del Muro de Berlín, en 1989. Asimismo, fue cantada por los manifestantes de la plaza de Tiananmen que se rebelaron contra la opresión del gobierno chino, al igual que en Chile para protestar contra el gobierno de Augusto Pinochet.

Durante su estreno, en 1824, Beethoven ya había perdido en sentido del oído y siguió la partitura imaginando las voces y sonidos. El Teatro de la Corte Imperial de Viena estaba totalmente lleno y cuando terminó la obra la concurrencia estalló literalmente en aplausos. Uno de los solistas invitó a Beethoven a que se girara, pues estaba de espaldas al público, para que viera el entusiasmo de la gente, ya que no podía escuchar los vítores.

A sus 54 años, el genio de Bonn había compuesto una obra excepcionalmente grandiosa (tres años después falleció), aunque muchos directores sostienen que la mejor sinfonía de Beethoven es la tercera, llamada “Heroica”. Sin embargo, la Novena Sinfonía es de una complejidad extraordinaria y se requieren alrededor de 150 elementos, entre músicos, solistas y coro, para interpretar elocuentemente esta apoteósica utopía de fraternidad.

¿Gozo este himno de libertad, alegría y fraternidad?