El informe de QOC y el lastre de la 4T. Salud, avance; anticorrupción, inmóvil

Alejandro Sicairos
15 noviembre 2019

""

alexsicairos@hotmail.com

 

Hoy viernes 15 de noviembre el Gobernador Quirino Ordaz Coppel le hará llegar al Congreso del Estado su Tercer Informe de Gobierno, el antepenúltimo de un periodo de mando que se le acaba el 31 de octubre de 2021. El momento, sin embargo, tal vez sea el de más complicación que enfrentará, inclusive de mayor dificultad que el de tomar la decisión del candidato que por su partido, el Revolucionario Institucional, intentará relevarlo en el cargo.

Si fuese necesario bosquejar la viñeta del Sinaloa en tiempo real, ahora sería la de un camión atascado en el fangal de la incertidumbre nacional, con Quirino Ordaz al volante mostrando un rostro a punto del hartazgo y transportando al enorme y obeso elefante de la Cuarta Transformación que en vez de aligerar la carga se monta empecinado sobre la plataforma estatal. Atrás, los sinaloenses empujando a todo pulmón para librarlo del atolladero y al frente, haciendo fuerzas en sentido opuesto, los diputados de Morena.

Es que, a más de la mitad del mandato, Ordaz Coppel conduce al estado como iría el chofer de un tráiler sobrecargado en la carretera cuesta arriba que significan los contextos nacional y estatal. Con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador que le prodiga abrazos y loas, pero no recursos públicos para el desarrollo, y con el Congreso del Estado que lo reta a potenciar la negociación, se las ingenia por sí mismo a que su lema del “Puro Sinaloa” sea insignia en vez de lastre.

Nadie puede, por más capacidad de análisis que presuma, penetrar en las emociones e intenciones de los políticos en el poder. Sí es factible desentrañar sus hechos, deletrear lo discursos, sin embargo, el ejercicio de la función pública constituye un blindaje en sí para ir más allá de lo que se elucubra fundado en la conjetura y la especulación. Esa es la razón principal para definir que después del sexenio aciago que presidio Mario López Valdez, en Sinaloa se han recuperado muchas cosas y otras tantas permanecen estancadas.

Quirino Ordaz es una extraña amalgama de administrador y operador político. Cuida el recurso público a veces más que el cargo que ocupa, sobre todo en estos tiempos donde la Federación cortó el adecuado flujo presupuestal a tal grado que en ocasiones se pierde de vista la gran investidura que representa, la de Gobernador, para confundirse con la de Secretario de Administración y Finanzas. ¿Esto es malo? Los encargados de las dependencias estatales que debieran recibir puntual el dinero dicen que sí.

La obra política de Quirino sí resalta, al sostener aunque sea con alfileres la armonía del policromo esquema de poderes y contrapoderes. Igual un día veta decisiones tomadas por el Congreso del Estado y al siguiente tiene sentados en la mesa del diálogo a sus opositores. Esto se debe en gran medida que el Gobernador sí tiene un partido, mientras que a los adversarios, los de de Morena, se les dificulta estructurar aunque sea una propuesta de gobierno para Sinaloa. Deriva también de que tiene contento a AMLO aunque esto sale caro, como costoso es un estadio de beisbol para congraciarse con el Presidente.

En materia de combate a la corrupción ha trazado ejes de acción como ningún otro Mandatario estatal, sin aterrizar en los integrantes de su Gabinete todo el andamiaje legal creado en la meta de moralizar a la administración pública estatal. El Sistema Local Anticorrupción, por voluntad propia de sus integrantes o porque el Gobernador se los pide, eso no se sabe, echa a andar un engranaje y a la vez paraliza al resto de la maquinaria. Esta área continúa siendo un Frankenstein descerebrado. En la parábola del camión, aquí luce inmóvil y sin gasolina.

En salud pública tiene el Gobernador su más alta calificación. Con casi una tercera parte de los 14 mil millones de pesos que Malova propuso gastar, hipotecando por 25 años las finanzas estatales y beneficiando a empresarios amigos, Quirino Ordaz logró no solo los nuevos hospitales generales de Mazatlán y Culiacán sino también rehacer el Hospital Pediátrico de Sinaloa y construir los centros de atención al autismo y la ceguera y debilidad visual.

Otro de los puntos críticos del Gobernador es la seguridad pública. A pesar de haber sostenido la tendencia a la baja en delitos de alto impacto (homicidios dolosos: 1,565 en 2017, 1,123 en 2018 y 776 hasta octubre de 2019) el jueves negro del 17 de octubre en Culiacán, derivado de errores que fueron sellados con las mentiras del gobierno de López Obrador, derrumbó el discurso local de la paz sostenida.

Al corte de caja de hoy, los claroscuros de Quirino Ordaz serán revisados con lupa. Sobre todo lo concerniente al gasto en obra pública, el talón de Aquiles de todo gobierno y del cual dependerá que el Gobernador pase a la condición de ex sin la mancha negra de la corrupción que ni en tres años ha podido borrarse su antecesor, Mario López Valdez.

 

Reverso

Le toco una época mala,
Mejor dicho, la transformación,
En la que gobierna, sin opción,
Con un elefante en la sala.

 

A 716 días del relevo

Si este día tuviera que definir Quirino Ordaz Coppel a quién envía como candidato del PRI al Gobierno de Sinaloa solo tendría tres cartas locales a la mano: Juan Alfonso Mejía López, Sergio Jacobo Gutiérrez y Jesús Valdés Palazuelos, con posibilidades de triunfo si se concretara la alianza con los partidos Sinaloense y Acción Nacional. Y si tuviera que hacer causa común con el as que el CEN del PRI guarda bajo la manga de la camisa, la opción sería el Senador Mario Zamora Gastélum, quien en la Cámara alta se las ha jugado con las necesidades que plantean los sectores de su tierra. Esa es la caballada, hoy, de la cuadra quirinista, sin descartar que pueda elegir un penco de otro corral.