El miedo a envejecer

Rodolfo Díaz Fonseca
26 mayo 2025

En épocas pasadas, se pensaba que constituía una bendición vivir muchos años, por lo que se rogaba alcanzar la vejez. En la actualidad, la imagen de la dulce ancianidad se ha difuminado. Hoy, se ansía una vida plena, pero sin achaques, sin enfermedades ni estrecheces económicas; no se quiere llegar a la vejez, porque la persona se convierte en una carga o estorbo.

Es cierto que no es placentero llegar a una edad avanzada arrastrando un costal de padecimientos. Sin embargo, no se debe alejar la ancianidad como si fuese el peor de los males, o la más lastimosa de las calamidades. Se puede envejecer con dignidad y saboreando llegar a la cima, para contemplar y valorar con satisfacción los logros alcanzados.

Tampoco es cierto que en la ancianidad se tiña el horizonte de gris y se viva entre lamentos, dolores y remordimientos. No es verdad que las canas salgan de ganas, pero, ¿quién ha dicho que un paisaje nevado sea triste y deprimente? Las arrugas no son la marca del paso del tiempo, sino el mapa mundi que recuerda las hazañas y conquistas logradas.

La investigadora argentina Gabriela Bard Wigdor refirió la concepción negativa que permea sobre la vejez: “La psicología social explica que envejecer se encuentra relacionado hegemónicamente con la pérdida, con el deterioro de las aptitudes físicas o mentales; con la ausencia de la belleza, del deseo y del goce sexual; como un resto del tiempo que queda por vivir, es decir, como el extravío de la vida misma. Es habitual que, para muchas personas, envejecer sea el indicio de que la muerte se encuentra cercana. El miedo a envejecer es el miedo a la muerte y ésta, en nuestras sociedades occidentales, goza de muy poca estima”.

¿Temo a la vejez?