El padre de Kafka

Rodolfo Díaz Fonseca
16 junio 2019

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En la columna anterior hablamos de la trascendental herencia que un padre puede brindar a sus hijos con su cercanía, amor, sabiduría y firmeza. Sin embargo, se aconsejó evitar ser demasiado controlador.
Hoy, citaremos una carta que Franz Kafka dirigió a su padre, Hermann, en noviembre de 1919, cuando contaba con 36 años (murió de tuberculosis, el 3 de junio de 1924).
El escrito nunca llegó a manos de su padre, pero entresacaremos algunos fragmentos que ilustran el distanciamiento existente entre ambos, aunque Franz no solamente aludía a la rigurosa disciplina de su progenitor, sino que extendía su crítica hacia un sistema que consideraba totalmente despótico.
Expresó: “Soy una persona retraída, callada, insociable y descontenta. No he conocido el sentimiento de familia. Mantuviste siempre oprimida mi capacidad de decisión. Decías: ‘¡No te atrevas a replicarme!’ y así querías reducir al silencio las fuerzas contrarias que te eran desagradables”.
Agregó: “Frente a ti yo había perdido la confianza en mí mismo, que fue sustituida por un infinito sentimiento de culpa. Dondequiera que vivía, me sentía rechazado, sentenciado, vencido”.
Franz resaltó la incongruencia entre el decir y el hacer: “Me resultaba deprimente que tú mismo no observases las mandamientos que me imponías... La confianza que tenías en ti mismo era tan grande, que no necesitabas ser consecuente para seguir teniendo siempre la razón... En ti observé lo que tienen de enigmáticos los tiranos, cuya razón se basa en su persona, no en su pensamiento”.
No obstante, reconoció que no podía cargar toda la culpa a su padre: “No digo, por supuesto, que he llegado a ser lo que soy sólo por tu influencia. Eso sería muy exagerado (y bien que me siento atraído hacia tal exageración).
¿Soy padre autoritario? ¿Brindo seguridad y confianza? ¿Promuevo o despersonalizo?

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@rodolfodiazf