El pensamiento analógico

Óscar de la Borbolla
21 junio 2021

Hace muchos años leí, y no recuerdo dónde, en algún libro del filósofo Francis Bacon, unas analogías que me maravillaron: en ellas clasificaba a los filósofos en tres categorías: aquellos que como las hormigas sólo se dedicaban a compilar conocimientos; quienes eran como las arañas, pues sacaban de sí mismos, de manera a priori, todo lo que decían y, finalmente, los que procedían como las abejas, pues obtenían del mundo sus saberes pero no se conformaban con compilarlos, sino que los procesaban para hacer miel con ellos. En este último grupo, desde luego, Bacon se incluía a sí mismo. Estas analogías me han permitido no sólo clasificar a mis colegas, sino que me han llevado a reflexionar por los rumbos del pensamiento analógico y a tropezar con algunas sorpresas.

Al adaptar las analogías de Bacon se me ha ocurrido, por ejemplo, clasificar un buen número de actividades diciendo que algunas son como de mineros y otras como de pescadores. El minero excava, va horadando un túnel en la tierra y, conforme avanza, la tierra va rindiendo sus dones. Y eso es exactamente lo que hacen quienes se adentran en la imaginación para hacer una novela, los escritores: con cada frase excavan en la mina del lenguaje y, a veces, hallan joyas literarias, frases afortunadas que el lector subraya. Y también los matemáticos son mineros, aunque su montaña es la de la racionalidad pura; buscan y buscan con sus deducciones, sus andamios numéricos y, sólo a veces, muy pocas, hallan. Novelistas y matemáticos son semejantes, pues, así como en literatura lo que cuenta no son las frases espectaculares, tampoco en matemáticas resultan tan valiosos los teoremas encontrados, sino las galerías que unos y otros abrieron para llegar a ellos, los pasos justos con los que se termina por levantar un mundo o los pasos precisos para comprobar una conjetura y volverla teorema.

Mineros son todos los que ponen su empeño en encontrar, son buscadores que se adentran como los matemáticos, los astrónomos, los físicos, los pensadores, los músicos, los escritores y muchísimos más.

Los pescadores son distintos: ellos no buscan, encuentran. Lanzan su red o su anzuelo donde saben que abunda lo que quieren y tras un rato de esperar, recogen. Pescadores son los publicistas, los profetas, los médicos que aguardan en sus consultorios... todos ellos saben que el mar y el río están llenos de peces como el mundo está lleno de consumidores, de gente beata y de enfermos. No tienen que buscarlos, llegan solos.

Las analogías no sé si son o no conocimiento, pero sí son faros de luz que me permiten andar menos a tientas, ir por ahí siquiera con una idea vaga de las cosas... no estaría mal pasarme el resto de la tarde pensando para mí mismo en las actividades relacionadas con los piratas, los agricultores y los donjuanes, y que sean sólo para mí.