El placer de la lectura

Rodolfo Díaz Fonseca
24 abril 2017

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Twitter:@rodolfodiazf

 

“La lectura, como un simple tema coyuntural (cada 23 de abril en el mundo y cada 12 de noviembre en México), tiene mucho de discutible y de fingido. Me recuerdan a las celebraciones que se hacen a la mujer y a la madre, a quienes se les homenajea el 8 de marzo y el 10 de mayo, respectivamente, a cambio de ser olvidadas, relegadas, ignoradas o, lo que es peor, maltratadas y vejadas, en los demás días del año. Si la mujer, la madre y la lectura son de veras tan importantes, como decimos, tendríamos que celebrarlas todos los días”, escribió el poeta, ensayista y crítico literario Juan Domingo Argüelles.

“La lectura de libros no debería ser jamás una obligación, y menos aún un deber estéril que es aquel al que nos vemos sometidos sin encontrar ni saborear jamás el fruto prometido”, añadió.

En verdad, el placer de leer abre infinitos horizontes a la imaginación. Quien lee no solamente explora otros mundos, sino que se explora a sí mismo. Sin embargo, no es fácil encontrar el picaporte que permita traspasar esa luminosa frontera. La lectura se concibe, muchas veces, como una actividad impuesta y aburrida en la que es necesario incursionar para que no se  tache a uno de inculto o anormal.

“Mucho del sistema escolar está orientado a desalentar la lectura. Al hacer esto, en lugar de multiplicar los espejos, se veda a millones de estudiantes la posibilidad de reflejarse y examinarse con mirada inteligente. No hay imaginación pedagógica para transmitir el gozo de leer, simplemente porque en su mayor parte los profesores no son lectores. Y tampoco lo son los funcionarios encargados de aumentar burocráticamente los índices de lectura”, añadió.

¿Leo por placer o por obligación? ¿Fomento y promuevo la lectura?