El problema es el machismo estructural

Omar Lizárraga Morales
25 abril 2022

Las agresiones sexuales y los feminicidios en México han tenido un aumento significativo en los últimos años. En la semana pasada, el asesinato de la joven Itzel en el municipio de El Fuerte, Sinaloa. Así como el de Dibanhi, en Monterrey, Nuevo León, han indignado a la sociedad entera.

Parece que no hay ciudad en todo México donde las mujeres se encuentren a salvo, y la explicación no puede ser ocasional, sino estructural: por el “machismo” estructural. El escritor estadounidense Oscar Lewis, en su libro “Los Hijos de Sánchez” ya relataba en los años sesenta, los problemas lacerantes del pueblo mexicano: la miseria moral y material, y dos de sus expresiones sustanciales: la violencia y el machismo. No es casual que los feminicidios y los crímenes de odio hacia la comunidad LGBT ocurran todos los días en este país.

Se puede definir al “machismo” como una ideología que defiende y justifica la superioridad y el dominio del hombre sobre la mujer; exalta las cualidades masculinas, como agresividad, independencia y dominación, mientras que estigmatiza las cualidades femeninas, como debilidad, dependencia y sumisión. Es la expresión de un sentimiento de superioridad masculina y de “cosificación” a la mujer. Desde ese enfoque las mujeres son vistas como alguien inferior que existen para servir y dar placer a los hombres.

Cuando detuvieron al asesino de Itzel en el municipio de El Fuerte, éste gritó a los agentes policiales: “La maté porque si no era para mí, no era para nadie”. ¿Cuántos feminicidios han ocurrido con ese tipo de pensamiento de posesión? Ahora sabemos que otra joven, de nombre Debanhi Escobar fue violada en Nuevo León, asesinada a golpes y encontrada en una cisterna trece días después.

En este caso hubo mucha presión social, gracias a que los medios de comunicación expusieron el horrible caso en ante el mundo. De manera que las autoridades hicieron su trabajo, tanto que en la búsqueda encontraron otros cinco cuerpos de mujeres desaparecidas. ¿Acaso no atendieron esos casos por no ser mediatizados?

En México se puede hablar de “machismo estructural” pues éste se encuentra en cada institución; bien es sabido que en los ministerios públicos minimizan este tipo de crímenes, se les revictimiza, o simplemente se les ignora, provocando impunidad en la gran mayoría de los casos. Pero ese mal está también en las calles, en el transporte público, incluso en el seno familiar.

México no es el único país con este problema, parece que la violencia hacia la mujer tiene una correlación con las economías en desarrollo, en las que la falta de educación y la brecha salarial entre ambos sexos es amplia.

El Instituto Georgetown para las Mujeres, la Paz y la Seguridad (Georgetown Institute for Women, Peace and Security) publicó este año, un estudio realizado en 170 países del mundo con el fin de conocer cuáles son los más peligrosos para las mujeres.

En su informe se tomaron en cuenta variables como Seguridad (medida con los indicadores: crimen organizado, percepción de violencia y violencia doméstica), Inclusión (grados escolares, inclusión financiera, empleo y representación política) y Justicia (leyes discriminatorias e impunidad). Lo que se encontró fue que los países más seguros para la mujer son países nórdicos como Noruega, Finlandia, Dinamarca, Suecia y Luxemburgo, en estos sitios todos los indicadores son positivos para la mujer. Por otra parte, Somalia, Sudán, República del Congo y Sierra Leona, encabezan los países más inseguros. En éstos, la brecha salarial es bastante significativa entre ambos géneros, la educación en general es muy baja, y reina la impunidad. En ese contexto social, la mujer se encuentra en segundo plano, es minimizada y “cosificada”, se trata de machismos estructurales.

Como padre de dos niñas, no puedo, o no quiero imaginarme el dolor de los padres de las víctimas. Y tampoco quiero que mis hijas crezcan en una sociedad en la que sean vistas como un ser inferior.

Es cuanto....