El que se enoja pierde

Óscar García
17 abril 2018

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En las últimas semanas he observado con mayor detenimiento comportamientos de muchas personas que pareciera que su pasatiempo favorito es encontrar todo lo malo o negativo de cualquier situación. Si analizara el enojo desde el dominio cognitivo podría afirmar que es una emoción que nos impide razonar objetivamente, ya que propicia un desequilibrio que impacta la paz interior limitando la claridad de nuestra mirada y la capacidad de observación. Es un hecho que a mayor intensidad del enojo perdemos la oportunidad de construir un escenario de ampliación de nuestras opciones para resolver cualquier situación que se nos presente, por más afectividad negativa que contenga.

Hace pocos días, en una dinámica de aprendizaje me invitaron a revisar todo lo que escribía en las redes sociales para hacer una concentración y sumatoria de palabras clave. Basado en el resumen, me invitaron a sumar el número de palabras con efectividad positiva, por otro lado, debía sumar todas las palabras de afectividad negativa, comparar ambos resultados y reflexionar.

Al revisar el resultado de este ejercicio podemos mencionar que nos vamos a sorprender de los resultados. Porque el reto no está en el conteo, el reto real es la significancia de darnos cuenta de a dónde canalizamos nuestra energía. Está la opción de descubrir lo bueno ante cualquier circunstancia o la de vivir quejándonos de todo.

Ponerle nombre a nuestro enojo, nos permite dar el primer paso en la identificación de emociones no deseadas evitado que se conviertan en estados de ánimo riesgosos.

Desde que se conoció la teoría de la personalidad de Abraham Maslow y su jerarquización de las necesidades, hemos encontrado sorprendentes hallazgos que nos muestran que: cuando jugamos a desposeernos de nuestras necesidades físicas básicas, nos acostumbramos a vivir bajo circunstancias, podemos sentir que  estamos aislándonos de los demás, y que poco a poco crece la sensación de  que hemos perdido las habilidades y recursos para enfrentar la vida, lo que  marca el hecho que podremos seguir sobreviviendo, pero no viviendo. No estaremos actualizando completamente nuestros potenciales, e incluso no seremos muy capaces de entender que existen personas que se actualizan a pesar de la deprivación que sufren.

Cuando hablamos de personas molestas, es invitarnos a reconocer que viven el enojo como un causal de comportamientos, descubro que puedo clasificar mi emoción de acuerdo con la intención de:

Evitar actuar ante las situaciones, más si son de tipo social, donde podemos decir que el enojo está reprimido, sino se libera. Esta persona vivirá en rumiación total, impactando directamente el valor que se tiene de uno mismo.

El segundo ejemplo nos lleva a lo que se denomina enojo explosivo, un estilo agresivo que necesita enfocarse para aprender a comportarse más tolerante, evitando la perdida de relaciones interpersonales.

Y por último tenemos el enojo asertivo, donde se busca de entrada no guardarse lo que uno siente, sino buscar la mejor forma para expresarlo, gritarlo o el simple hecho de reconocerlo.

Habla un proverbio tibetano que: “La paciencia en un momento de enojo, evitará cien días de dolor”. Dicho en palabras de mi Amá: el que se enoja pierde.

¿Te puedes imaginar quien sufre más, el que vive sintiendo y declarando todo lo malo, o el que ni siquiera se da cuenta de lo que genera su propia cultura o indiferencia?

La próxima semana tenemos una cita para entender, reconocer y utilizar las emociones en el 19 Congreso de Valores que se verificara este 24 y 25 de abril, a las 16:00 horas en el Centro de Convenciones. Solicita tus boletos de forma totalmente gratuita. Mientras, seguimos en contacto en Oscar Garcia Coach, mi fanpage.