El verdadero conocimiento

Rodolfo Díaz Fonseca
11 abril 2018

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El conocimiento de uno mismo y el conocimiento de Dios son metas que el hombre siempre se ha trazado. Tanto en la filosofía como en la religión, el ser humano ha tratado de profundizar en su ser y en el ser divino. No se puede amar sin conocer, pero tampoco se puede profundizar en el conocimiento divino sin amar.
 
Estas verdades fueron reafirmadas por el Papa Francisco en su reciente Exhortación Apostólica “Gaudete et Exsultate”, al afirmar que hay dos sutiles enemigos de la santidad: el gnosticismo y pelagianismo. La doctrina gnóstica es muy antigua y establece una radical distinción entre espíritu y materia, además de que todo lo quiere resumir en un conocimiento más elevado, revelado solamente a unos pocos, y que se alcanza a través del espíritu. “Conciben una mente sin encarnación, incapaz de tocar la carne sufriente de Cristo en los otros, encorsetada en una enciclopedia de abstracciones”, señaló Bergoglio.
 
El conocimiento y relación divina no depende solamente de las fuerzas del hombre, reforzó. “Dios nos supera infinitamente, siempre es una sorpresa y no somos nosotros los que decidimos en qué circunstancia histórica encontrarlo, ya que no depende de nosotros determinar el tiempo y el lugar del encuentro. Quien lo quiere todo claro y seguro pretende dominar la trascendencia de Dios”.
 
Precisó que la mente humana tampoco puede determinar con exactitud dónde está Dios. “Tampoco se puede pretender definir dónde no está Dios, porque él está misteriosamente en la vida de toda persona, está en la vida de cada uno como él quiere, y no podemos negarlo con nuestras supuestas certezas. Aun cuando la existencia de alguien haya sido un desastre, aun cuando lo veamos destruido por los vicios o las adicciones, Dios está en su vida”.
 
¿Conozco a Dios? ¿Quiero controlarlo?
 
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@rodolfodiazf