El virus letal de la destrucción de la naturaleza

24 octubre 2020

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Rafael Morgan Ríos

cp_rafaelmorgan@hotmail.com


El 22 de abril de 1970 se celebró el Día de la Tierra y ahora 50 años después, aunque ha habido avances, también ha habido retrocesos, algunos sumamente graves. En 2015 se reunieron en París representantes de 195 países llegando a un acuerdo sin precedentes de detener el calentamiento global, de modo que el incremento en la temperatura no exceda a 2 grados centígrados. Ya se tenía un buen antecedente en el Protocolo de Montreal cuando, después de descubrirse el “agujero” de la capa de ozono que protege al planeta, se llegó al acuerdo casi mundial de eliminar los clorofluorocarbonos, con lo cual se logró recuperar la capa de ozono casi en su totalidad. En el Acuerdo de París estuvo presente Estados Unidos como país que más contaminaba por el consumo excesivo de combustibles fósiles; también participó México y se comprometió en disminuir el uso de petróleo, carbón y combustóleo para prácticamente eliminar las emisiones de CO2 en el 2050; el Presidente Donald Trump ya se retiró del Acuerdo de París, argumentando que el calentamiento global era un mito y el no consumir gasolinas y carbón iba en contra de su economía; México por su parte, también ha retrocedido en el cumplimiento de los acuerdos, declarando que van en contra de su economía y afectan empresas paraestatales en favor de empresas privadas que, por cierto, impulsan la generación de energía limpia, más barata que la energía contaminante.

Mientras tanto, las noticias de catástrofes ambientales llegan constantemente:

- Los terribles incendios en Australia, Amazonia, California y otros, han destruido cientos de miles de hectáreas y han trastornado el hábitat y biodiversidad de vegetales y animales.

- El derretimiento constante de ambos polos que están trastornando el clima con huracanes y frentes fríos desordenados y que también están afectando la vida humana y animal en Groenlandia, el Ártico y el Antártico. A esto habría que agregar la eliminación de los glaciares en las zonas montañosas del planeta, reduciendo con todo ello las reservas de agua dulce.

- La persistente decoloración y destrucción de los grandes yacimientos marinos de coral tanto en las islas del Caribe, como en la Gran Barrera de Coral en Australia que cada año pierde superficie y pierde especies coralíneas debido al calentamiento global y al bióxido de carbono que reciben los mares. Se considera que el Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura en 2 grados, aún sigue siendo alta para preservar los bancos coralíneos.

- El saqueo creciente de las especies marinas tanto por la pesca con artes prohibidas como por las incursiones de barcos pesqueros en las zonas marítimas protegidas. En un magnífico estudio publicado por el Periódico Noroeste la semana pasada, en el suplemento Contexto, se denuncia la pesca ilegal por compañías nacionales (principalmente de Mazatlán) y extranjeras y denuncia que, después del tráfico de drogas y de armas, la pesca ilegal es la tercera actividad ilícita más lucrativa del mundo; también arrasan con especies en peligro de extinción. México, en el Pacífico Norte y en la Región de Baja California, cuenta con 19 áreas marinas protegidas, la última de las cuales es la de las Islas Revillagigedo, todas ellas requieren una protección física y real constante por las autoridades navales del país.

- Igualmente la destrucción de insectos por la deforestación y el uso excesivo de fungicidas y herbicidas; la pérdida de fauna mayor como elefantes y rinocerontes, de animales marinos como la totoaba y algunos tipos de tiburón, muchos de ellos por la caza y pesca desmedidas y sin control.

Estos son solo algunos trozos de información sobre lo que el calentamiento global y la destrucción de la naturaleza que la actividad humana irresponsable está ocasionando y que está en las manos y la decisión de la humanidad detener.

En Sinaloa es de reconocerse por parte del Gobierno del Estado, la declaración de la Sierra de Tacuichamona, Área Natural Protegida que comprende 44 mil hectáreas en los municipios de Culiacán, Elota y Cosalá, con una biodiversidad biológica muy amplia y con especies vegetales únicas en el mundo encontradas por el doctor Rito Vega, autor de la Agenda Ecológica de Sinaloa, investigador de campo y autor de libros sobre la flora en Sinaloa. Habría que considerar también para futura área protegida la Bahía de Santa María.

La defensa del medio ambiente y de la naturaleza en general es fundamental para esta y las próximas generaciones.