¿Engordaste después de los 20s? Spoiler: tu metabolismo no tiene la culpa

Alberto Kousuke De la Herrán Arita
27 abril 2025

Durante décadas, se ha asumido que el metabolismo humano disminuye progresivamente con la edad, lo que explicaría la tendencia al aumento de peso y la pérdida de masa muscular en adultos de mediana edad. Sin embargo, estudios recientes han desafiado esta noción, revelando que el metabolismo se mantiene sorprendentemente estable durante gran parte de la vida adulta, hasta alcanzar una edad avanzada. Esta nueva comprensión implica una reevaluación profunda de los factores fisiológicos y metabólicos que regulan el gasto energético en el cuerpo humano.

El metabolismo basal, que representa la energía que el cuerpo utiliza en reposo para mantener funciones vitales como la respiración, la circulación y la regulación de la temperatura corporal, constituye entre el 50 y el 70 por ciento del gasto energético total en adultos. Tradicionalmente, se pensaba que este gasto disminuía de manera constante a partir de la tercera década de vida. No obstante, una investigación de Pontzer et al. (https://doi.org/10.1126/science.abe5017), publicada en Science, analizó el gasto energético de más de 6 mil 400 personas de entre 8 días y 95 años utilizando agua doblemente marcada, el estándar de oro para medir el metabolismo en humanos. Sus hallazgos mostraron que, tras un aumento metabólico durante la infancia y un pico en la adolescencia, el metabolismo se estabiliza desde los 20 hasta los 60 años, sin una disminución significativa en ese período. Es solo después de los 60 años cuando comienza una caída gradual y continua del gasto energético total, con una reducción aproximada del 0.7 por ciento por año.

Estos resultados implican que los procesos fisiológicos fundamentales que sostienen el metabolismo basal (como la actividad mitocondrial, el recambio proteico y la función endocrina) se mantienen relativamente constantes durante la edad adulta. Por ejemplo, las mitocondrias, organelos responsables de la producción de ATP mediante la fosforilación oxidativa, continúan operando de forma eficiente durante gran parte de la vida. Asimismo, hormonas clave en la regulación del metabolismo, como las tiroideas y la insulina, no presentan variaciones drásticas en su secreción ni en su sensibilidad tisular en personas sanas de mediana edad. Esto sugiere que el cuerpo humano está diseñado para sostener una alta eficiencia energética durante décadas, probablemente como una estrategia evolutiva para maximizar la reproducción y la productividad social en la edad adulta.

Además, la composición corporal (otro factor crucial en el metabolismo) cambia menos de lo esperado en adultos sanos hasta la vejez. Aunque hay una tendencia al aumento de masa grasa y una ligera reducción en masa magra con los años, estos cambios no son lo suficientemente significativos como para impactar el metabolismo basal de manera determinante antes de los 60 años. Por el contrario, en la vejez se observa una pérdida más pronunciada de tejido magro (particularmente músculo esquelético), una menor actividad física y una disminución en la síntesis proteica, lo que contribuye a la reducción del gasto energético.

Por otro lado, ciertos cambios moleculares asociados al envejecimiento sí pueden afectar el metabolismo en la vejez. Entre ellos se encuentran el aumento del estrés oxidativo, la inflamación crónica de bajo grado (inflammaging), la disminución de la biogénesis mitocondrial y la menor capacidad de autorrenovación celular. Estas alteraciones impactan negativamente en la eficiencia metabólica, explicando la caída progresiva del metabolismo en adultos mayores.

El metabolismo humano se mantiene sorprendentemente estable desde la juventud hasta los 60 años, debido al mantenimiento funcional de los sistemas energéticos y hormonales esenciales. La disminución metabólica, más que un proceso continuo desde la juventud, parece ser una característica de la vejez, resultado de un declive fisiológico acumulativo que afecta la eficiencia mitocondrial, la composición corporal y el funcionamiento hormonal. Estos hallazgos tienen implicaciones importantes para la medicina preventiva, pues indican que el aumento de peso en la adultez no se debe tanto a una ralentización metabólica inevitable, sino a factores conductuales y ambientales modificables como la dieta, la inactividad física y el sueño. Comprender este matiz permite diseñar estrategias más efectivas para mantener la salud metabólica a lo largo de la vida.