Es inmoral que empresas adquieran la vacuna para Covid-19

Alberto Kousuke De la Herrán Arita
16 enero 2021

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alberto.kousuke@uas.edu.mx


Una vez que los gobiernos hayan logrado disminuir los contagios diarios, proteger a todos los trabajadores de la salud, aumentar la capacidad hospitalaria para futuros brotes de Covid-19, y puedan realizar pruebas eficientes, aislar nuevos enfermos y darles seguimiento, podremos empezar a ser más laxos con las medidas preventivas y de distanciamiento.

Aún en el mejor de los casos, las oleadas de Covid-19 no cesarán hasta que la transmisión de coronavirus esté bajo control. Sin embargo, gracias a la vacuna contra Covid-19, se protegerá gradualmente a toda la población y disminuirá el riesgo de transmisión.

Estos esfuerzos sanitarios pueden verse obstaculizados por empresas privadas que buscan obtener la vacuna por sí mismas. Grandes compañías se encuentran cabildeando para conseguir la vacuna para sus empleados. Esto representa un gran problema por dos motivos.
El primero está relacionado con el manejo de la vacuna. Las farmacéuticas tienen protocolos rigurosos de manejo y traslado de material.

Una vez que el producto se encuentra en las manos de las entidades encargadas de llevar a cabo la vacunación, el almacenamiento y manejo de las vacunas es su responsabilidad.
Resulta difícil creer que una empresa dedicada a la venta de ropa y línea blanca será capaz de llevar a cabo una labor sanitaria de esta índole. Llevar a cabo una campaña de vacunación a través de alguien no calificado (o cualquier otro trabajo) siempre termina atropelladamente.
El segundo motivo tiene que ver con la disponibilidad de la vacuna, la cual tiene una limitada capacidad de producción.

Durante la pandemia de influenza de 2009, los países con mayor capacidad adquisitiva monopolizaron la adquisición de la vacuna. Esta acción ocasionó que países pobres no recibieran la vacuna a tiempo y en pequeñas cantidades. Esto está sucediendo con la vacuna contra Covid-19. Si se permite la venta al mejor postor, los más afectados siempre serán los mismos, la gente de bajos recursos.

Asimismo, permitir que una empresa adquiera la vacuna por sí misma da un mal mensaje: los trabajadores de “X” empresa son más esenciales y tienen mayor prioridad que el resto de la población.

Una dura realidad que hemos aprendido con pandemias pasadas es que los pobres siempre son los más afectados. Dar preferencia hacia un sector de la población no solo es inmoral, sino también una mala política de salud. Este tipo de práctica da lugar al tráfico de influencias o contrabando.

Todos debemos de estar protegidos del coronavirus, pobres y ricos, trabajadores y desempleados.

Permitir que la vacuna contra Covid-19 sea adquirida por empresas privadas solo perpetuará la injusticia económica de las pandemias, donde los pobres pagan el precio más alto, su vida.