Escándalos pasajeros

26 julio 2017

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Carlos Elizondo Mayer-Serra

Para quien es el centro de un escándalo político en México lo mejor es callar. Esperar al escándalo del día siguiente, para que éste limpie la frágil y voluble memoria de los medios de comunicación. Entre más arriba en la jerarquía política, más recursos para que los medios de comunicación hagan su parte en el necesario olvido del tema.
 
Un experto en seguir esta estrategia es el Secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza. Un ejemplo de varios: aguantando el vendaval, Ruiz Esparza sobrevivió la cancelación del contrato del tren de pasajeros México-Querétaro a un consorcio que conformaban entre otras, Grupo Higa y la empresa china Railway. El consorcio pareció tener información sobre las bases del concurso antes que el resto de los interesados. En una sesión en el Congreso, el Secretario se la pasó defendiendo el proceso de licitación. Al día siguiente, tras el escándalo de la llamada Casa Blanca, residencia propiedad de la esposa del Presidente Peña Nieto y financiada por Grupo Higa, rescindió el contrato que tanto defendía. 
 
Sigue en su puesto. Ahora tratando de que se olvide el socavón del segundo piso de la carretera Cuernavaca-Acapulco, el llamado Paso Express, por el que se hundió un coche, causando la muerte por asfixia de sus dos ocupantes, ante la lentitud y negligencia de los servicios de rescate. Ruiz Esparza, hace unos meses acompañando al Presidente en la inauguración de los 14.5 kilómetros que componen el Paso Express, presumió la importancia y calidad de la obra. Ésta costó más del doble de lo presupuestado, la ganó una empresa que tenía baja calificación en el concurso y un mal historial en otras obras, se terminó con retraso y su supervisión fue encargada a una empresa que cotizó más caro que las expertas en el ramo, las cuales fueron extrañamente descalificadas. 
 
En China, un accidente en el 2011 del tren de alta velocidad en el que murieron 40 personas, que para un país 10 veces más poblado que México es, como proporción de nuestra población, equivalente a un accidente con cuatro muertos, llevó no sólo a la dimisión del Ministro de Ferrocarriles, Liu Zhijun, sino a su posterior enjuiciamiento por corrupción que terminó en el 2013 con una sentencia de muerte. Ésta sería disminuida a cadena perpetua dos años después. El monto detectado por manejos corruptos fue por 10.5 millones de dólares, aunque se sospecha que realmente acumuló muchos más recursos de forma ilícita. 
 
Liu Zhijun por lo menos fue eficaz. Durante su mandato, China desarrolló la red de trenes de alta velocidad más extensa del mundo, en un plazo de tiempo muy corto, aunque por deficiencias en su construcción, vinculadas a la corrupción, no puede correr a la velocidad tope esperada, de unos 600 kilómetros por hora, sino como a la mitad.
 
En México, la corrupción en la obra pública es de sobra conocida y los escándalos por la calidad de la misma es cosa cotidiana. Desde que las entidades concentraron más recursos fiscales, hay más obras caras, inútiles o que nunca se concluyen.
 
El Gobierno federal aporta su buena dosis de escándalos. Algunos se cocinan a fuego lento. El mayor creo será el tren México-Toluca. Este destino no se seleccionó como parte de un plan maestro basado en un análisis costo-beneficio. Sólo tiene una explicación: es la capital del estado que gobernó el Presidente Peña Nieto. Los recursos para ese proyecto, más de 40 mil millones de pesos fueron presupuestados, aunque seguro serán muchos más los que en efecto se erogarán, gastados en trenes suburbanos sería de mucho mayor beneficio para la población. Los más pobres en México gastan una cantidad de tiempo en desplazarse que no es sólo injusto, sino muy improductivo para la sociedad.
 
La única parte de este tren que puede tener algo de sentido, es el trayecto Observatorio-Santa Fe, precisamente porque funcionará como una suerte de metro para conectar una zona a la que no llega un transporte público eficiente. Lo hará, sin embargo, con la frecuencia propia de un tren, supongo habrá corridas cada hora, no cada tres o cuatro minutos como suelen ser las de un metro, lo cual lo hace menos útil. Está por verse, sin embargo, si lo logran terminar. Apuesto doble contra sencillo que no estará funcionando en su totalidad para fines del actual sexenio y que será un hoyo permanente en las finanzas públicas. Cuando los responsables no sufren consecuencias por sus actos, los problemas se multiplican.
 
Es difícil imaginarse dado el historial en la materia de este Gobierno que el aeropuerto capitalino que se está construyendo no termine en escándalo. La única esperanza es que su administración corre a cargo de una entidad con cierta autonomía frente a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. El nuevo aeropuerto ya está en la mira de López Obrador, y si éste logra mostrar algunos de los vicios propios de nuestra obra pública, podremos terminar, si él gana la Presidencia, con un elefante blanco a medio construir y seguir sufriendo el actual e insuficiente aeropuerto capitalino.
 

 

@carloselizondom
Profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey