Escuchar al corazón

Rodolfo Díaz Fonseca
07 julio 2025

Es ampliamente conocida la distinción entre oír y escuchar; oímos muchas cosas, muchos ruidos, muchos estruendos, pero todo se registra físicamente. En cambio, escuchar es algo muy sutil y diferente, implica poner atención y descifrar con cuidado lo que otra persona me está comunicando para entender de forma adecuada su mensaje, sin bloqueos, interferencilas, barreras, distracciones o ruidos en el proceso de la comunicación.

Normalmente, cuando una persona está a punto de partir de este mundo, reúne a los suyos y les comparte su último mensaje donde abre sin preámbulos ni cortapisas su corazón. En el Evangelio de Juan se hace una precisión semejante antes de comenzar la despedida de la última cena: “Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”.

En el mensaje que el Papa León XIV dirigió el sábado 5 de julio a maestros de las escuelas católicas de Irlanda, Inglaterra, Gales y Escocia, así como a jóvenes de la Diócesis de Copenhagen, precisó:

“Quisiera añadir que hoy, con mucha frecuencia, perdemos la capacidad de escuchar, de escuchar de verdad. Escuchamos música, nuestros oídos están constantemente inundados de todo tipo de información digital, pero a veces olvidamos escuchar a nuestro corazón, y es en nuestro corazón donde Dios nos habla, donde Dios nos llama y nos invita a conocerlo mejor y a vivir en su amor”.

En 1994, la escritora italiana, Susanna Tamaro, publicó una novela titulada “Donde el corazón te lleve”, en la que refrendó la importancia de guardar profundo silencio, escuchar al corazón, seguir sus dictados y compartir su trascendental enseñanza en la historia y entorno familiar.

¿Escucho a mi corazón?