Esperemos...

Guillermo Osuna Hi
30 noviembre 2025

Cuando se habla de hacerle frente a la violencia provocada por los descarriados y alimentada por la corrupción gubernamental, siempre se piensa en más elementos defensivos, en adquisición de armas y equipo necesario para hacerle frente de manera efectiva al monstruo que se salió de control y que asentó sus reales en distintos puntos de la geografía nacional, entre ellos, nuestro terruño.

Sin embargo, para un combate de fondo, de raíz, que ayude a la construcción de nuevos horizontes, también son necesarias las actividades educativas y formativas, entre ellas, las artísticas y la lectura.

Las primeras, con el propósito de formar públicos que aprecien las distintas manifestaciones artísticas de calidad y el desarrollo vocacional de las mismas y la lectura, con la finalidad de imbuir entre la sociedad el gusto por los libros que forman el espacio de despegue de la imaginación y el desarrollo personal.

Somos una nación que no se caracteriza por una notable la inclinación por la lectura, leemos poco, de alguna manera nos gana el sentido de la inmediatez en la apreciación de textos y en nuestros centros escolares no se fomenta el gusto por la lectura, mucho menos, el análisis de la misma.

Diversos estudios hablan de que idealmente, una persona debe leer, por lo menos, un libro al mes. La realidad se queda en alrededor de cuatro libros al año, marca muy alejada de los 47 alcanzados en Japón y de los 12 logrados por los estadounidenses.

El esfuerzo gubernamental para el fomento de la lectura no es notable, más bien ha servido de pretexto para mantener una burocracia que dice estar ocupada en esa tarea, más, sin embargo, hay que hacer notar el programa formativo de mediadores de lectura en el que se apunta gente con la vocación social de alentar el gusto por los libros, la cual, trabaja a la par de voluntarios que, por su cuenta, forman círculos de lectura en distintos ámbitos de la sociedad.

Se trata de gente buena; de personas que dedican parte de su tiempo y en la mayoría de los casos, de sus escasos recursos, para animar entre la sociedad el hábito de la lectura, lo cual, indudablemente ayuda a tejer fino en la reconstrucción del deshilachado tejido social.

A este valioso esfuerzo ciudadano, recurre el Gobierno Federal y estatal, aportando ocasionalmente acervo bibliográfico y en la formación de los mediadores de lectura, quienes se encargan de promover círculos de lectores y la provocación del diálogo literario.

Indudablemente, estos sembradores del hábito lector, juegan un papel de vital importancia en la formación de mejores ciudadanos, de gente que aporta a la construcción de un ambiente social más sano, que tanto nos hace falta para salir del marasmo provocado por los violentos y por la podredumbre que sigue campeando en las entrañas gubernamentales.

Esperemos que, en nuestro puerto mazatleco, gente de la talla y calidad de Marisol Lizárraga, Laura Medina, Lupita Veneranda, Mely Peraza y Samuel Parra, entre otros, se multipliquen y que los llamados programas de amor por Mazatlán, empujados por la Alcaldesa Estrella Palacios, apoye a este ejercito forjador del cambio social ¡Buenos día!