Fe en el gobierno, otra presa del Covid. En Sinaloa, consérvese toda esperanza

Alejandro Sicairos
22 mayo 2020

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alexsicairos@hotmail.com

 

En reacción al llamado del jefe de la estrategia anti Covid-19 en México, Hugo López-Gatell, que insiste en retener en sus casas a los habitantes de las ciudades de Culiacán, Cancún, Villahermosa y Tijuana donde existen riesgos de rebrotes del virus, José María Figueroa Gastélum, el aguerrido opinante en Facebook, alza a manera de plegaria el deseo de que “Dios le dé sabiduría al Gobernador Quirino Ordaz Coppel; para nosotros los sinaloenses ya se tornó demasiado difícil esto”.

Así como el nieto del decano periodista José María Figueroa Díaz implora de seguido en redes sociales para que la pandemia cese la estela de propagación y muerte, cada día las emociones populares le apuestan más a la salida providencial de esta crisis y menos a los esfuerzos que encabezan Quirino Ordaz y su Secretario de Salud, Efrén Encinas Torres, para sacar a Sinaloa de la enorme dificultad de la salud pública.

No está tan errado “Chemita” (así lo llamamos con afecto los periodistas) al inducir la salvación divina por encima de la acción gubernamental. No cuando el mismo López Gatell, quien había pronosticado el aplanamiento de la curva de contagios en Sinaloa y la inminente entrada a la fase de recuperación, ahora alerta del rebrote que haría crecer de nuevo la pandemia.
Claro que las instituciones del sector salud tienen a su alcance la excusa del retoño del virus a consecuencia del irresponsable proceder de la población. Y los mexicanos, muy en particular los sinaloenses y más concretamente los culiacanenses, poseemos en defensa propia el subterfugio de las desidias gubernamentales. No podrían las autoridades a estas alturas defenderse de la acusación de que ocultan realidades terribles detrás de mentiras que fingen ser piadosas.

Las contradicciones en el sector oficial concernientes al comportamiento del Sars Cov-2 en México ocasionan que agonice la fe social antes depositada a ciegas en las instituciones y en quienes las presiden. Será permisible siempre que el pueblo yerre en las actitudes ante determinada situación o amenaza, sin embargo, eternamente resultará imperdonable que el líder lleve a las masas a escenarios que ponen en peligro la vida, la economía o las libertades.
En Sinaloa, solo por acudir al referente más cercano, las contradicciones cobran el precio que corresponde a la confusión que se genera en la gente. El Gobierno federal nos metió la idea de que estábamos domando la pandemia y los hechos evidencian la contraria realidad de que el Covid-19 es el que está domando a base de errores a las autoridades y entidades públicas a cargo de resolver la contingencia.

Un botón como muestra: Durante cuatro días los informes diarios sobre casos nuevos y decesos por coronavirus son discordantes entre lo federal y lo estatal y es de mayor asombro que ambos niveles de Gobierno retrasen la aplicación de acuerdos para que la estadística se compacte y eliminar la burda encrucijada de creerle a López-Gatell o a Encinas Torres. Igual aplica para que se determine, de una vez y con sincronía en lo nacional y lo local, en qué punto está Sinaloa, Culiacán en específico, dentro de la cruel embestida del nuevo coronavirus.
Entonces qué de raro tiene que desde el propietario de un puesto de bisutería instalado como modo de sobrevivencia en el primer cuadro urbano, o los restauranteros que a duras penas resisten y aun así sacan ánimo para alimentar a los médicos que se juegan la vida en los hospitales, exijan que se les permita reabrir sus establecimientos. En igual tesitura los trabajadores se han sumado al reclamo de la reanudación laboral porque a la mesa de sus familias no llegan los alimentos por arte de magia.

Al pasar a la plegaria para que factores celestiales indiquen las rutas de escape, y los entes terrenales sean disminuidos a coadyuvantes de lo etéreo, la sociedad juega con otra carta de la baraja de la esperanza, el último naipe de la desesperación que saca de la manga, al ver que las ilusiones de la cuales se asió hace algunos meses le significan aferrarse a los clavos ardientes de la demagogia.

Y tiene razón, el buen “Chemita”, el que enfrentó hace más de tres años la embestida intolerante del entonces delegado del IMSS, Ariel Leyva Almeida, que lo despidió por profesar una religión distinta, el José María Figueroa Gastélum que lucha para que se establezca la figura de maestro sombra para casos de niños con autismo. Le asiste toda la razón cuando pide que los ciudadanos seamos más conscientes y el Gobierno más sabio ante los coletazos del virus de Wuhan. “Estamos muy expuestos. Que Dios todopoderoso nos proteja”, ruega.

 

Reverso

Al encender todos los cirios,
Y rezar la última plegaria,
Que acaben los dos martirios:
la simulación y la malaria.

 

Seguimiento incómodo

En serio que sí será “nueva normalidad” el hecho de que la Secretaría de Innovación del Gobierno del Estado les dé seguimiento a los portadores del virus Covid-17, a través de los teléfonos celulares de éstos. Es buena idea de José de Jesús Gálvez y de seguro abundarán solicitudes de esposas para que les presten el software y seguirles la pista a los maridos después de que terminen la cuarentena. Tampoco faltará la inconformidad por la invasión a la vida privada de los enfermos ya que todavía rondan en Sinaloa los fantasmas del “Pegasus” que Enrique Peña Nieto usó en México para vigilar y coaccionar a sus adversarios y críticos, así como el espionaje con fines de represión política que practicó Luis Pérez Hernández, quien estuvo a cargo de los servicios de inteligencia en los sexenios de Juan Millán y Jesús Aguilar.