Filibusteros
Es inaudito que en pleno Siglo 21, con la economía globalizada, los avances tecnológicos y la inteligencia artificial sigamos teniendo un planeta dividido en unos pocos países hegemónicos, que concentran el poder y la riqueza en manos de unos cuantos plutócratas, y otros muy numerosos donde prevalecen graves dolores sociales. El equilibrio del mundo depende de cerrar esa enorme brecha que heredamos del colonialismo de los siglos pasados.
Lamentablemente, a las fuerzas hegemónicas solamente les interesa la usura y el saqueo de la economía de las naciones que se debaten en la pobreza, víctimas de filibusteros saqueadores de toda laya.
Tenemos que persistir en abrir caminos de libertad y la transformación en todo el mundo, y que países que aún sufren la opresión y el saqueo de sus economías nacionales logren liberarse de sus opresores. La libertad y la democracia deben ser no sólo un privilegio de las naciones ricas, sino las premisas de todos los pueblos de la tierra, hasta romper las ataduras que los países más poderosos les han impuesto.Ante la realidad que priva en muchos países, tenemos que unir nuestro reclamo radical y permanente, porque, en esos países, sus ciudadanos puedan decidir su futuro, en libertad y en democracia, sin ninguna atadura. Esa debe ser la meta de los pueblos que se debaten hoy aún en el subdesarrollo, que a estas alturas de la Historia ya no debiera existir. Necesitamos dejar atrás el pensamiento imperialista y crear las condiciones económicas y culturales para que los bienes de la ciencia, la tecnología y la cultura se transfieran a los países a los que se les ha despojado de esos frutos terrenales.
Contribuir a sacarlos de esa realidad que viven, en una economía de supervivencia, y llevarlos a estadios donde alcancen una vida mejor, como ciudadanos regentes de su propio destino, sin imponerles la carga de opresión que los mantiene en el atraso, sería un paso trascendente para esos pueblos y para la humanidad entera. Hablo de pobreza material que, en riqueza cultural, en respeto a la tierra y a sus semejantes esos pueblos tienen más de una cosa que enseñarles a los supuestos “civilizados”.
A la larga, el saqueo y la opresión a los países pobres se les revierte a los propios países saqueadores. Al crear un polo desarrollado en el Norte y un polo de escaso desarrollo en el Sur, tarde o temprano sufrirán una creciente presión dentro y fuera de sus fronteras, bajo las formas más diversas: migración, revueltas, escasez de materias primas, restricción del mercado, entre otras. El mundo es único y la humanidad es una sola, y si no se planifica la economía de manera global, mediante la colaboración y la complementariedad, los conflictos y problemas sólo seguirán escalando y estallando en distintos puntos del mundo.
Hoy es prioritaria la lucha de los pueblos por alcanzar su definitiva liberación de sus opresores, quienes, por largos tiempo, han hecho cera y pabilo con los derechos de los países del tercer mundo. Eso tiene que terminar, para bien de esas sociedades que sobreviven en condiciones deplorables en muchos sentidos. Liberar a los olvidados de la sociedad humana es prioritario, no caben falsas salidas, se tiene que alcanzar la felicidad de todos los ciudadanos aquí en la tierra. Es hora, después de una larga historia en la que “el hombre ha sido el lobo del hombre”, que la humanidad viva una nueva civilización de armonía y paz.
Dirán que lo que pensamos es una utopía, pero no hay otra salida para la humanidad, si queremos que esta prevalezca. El progreso, la democracia, la cooperación entre las naciones, la paz y la convivencia pacífica pueden traer una nueva era a la humanidad, que tiene siglos en guerra, en lucha por hegemonismos. El camino de paz y bienestar sólo lo pueden construir los pueblos, que deben presionar a sus gobiernos para lograr la paz.
Los pueblos son sabios en su lucha para alcanzar su liberación definitiva, son contundentes a la hora de decidirse a lograr su emancipación; si son capaces de cambiar los países, también lo serán en construir la paz en todo el mundo.