Función policial federal ‘de elite’:
¿por qué la irreflexión acrítica masiva?

Ernesto López Portillo
22 abril 2025

Zedillo creó la Policía Federal Preventiva; 10 años de vida (1999- 2009). Calderón creó la Policía Federal; 10 años de vida (2009-2019), y la Gendarmería; cinco años (2004-2019). Fox creó la Agencia Federal de Investigación; 11 años (2001-2012). En el sexenio de Peña Nieto se creó la Agencia de Investigación Criminal de la Fiscalía General de la República, 12 años, aún en operaciones (2013). López Obrador creó la Guardia Nacional; seis años, aún en operaciones (2019). Ahora, Sheinbaum Pardo crea la Agencia de Investigación e Inteligencia.

En 1994 se incluyeron cuatro principios constitucionales de actuación policial: legalidad, eficiencia, profesionalismo y honradez, y se previó la participación de la comunidad para evaluar a las instituciones de seguridad pública. En la ley de 1995 que creó al Sistema Nacional de Seguridad Pública se dispuso: “la carrera policial es el elemento básico para la formación de los integrantes de las instituciones policiales” y “se establecerá con carácter de obligatoria y permanente”.

Tan sólo desde Zedillo a la fecha, en siete ocasiones se ha decretado el nacimiento de alguna institución policial o división (Gendarmería), siempre argumentando que será la mejor. Ya en operaciones, en particular en el caso de la Policía Federal, se llegó al exceso de calificarla como la mejor, exactamente como años después López Obrador la desmontó, dijo, por estar ampliamente contaminada por corrupción.

Ambos personajes dibujan los extremos que sostienen nuestro círculo vicioso que destruye, construye, destruye, construye instituciones policiales federales sin tener que justificar nada, en estricto sentido, exactamente como tampoco ha debido justificarse con base en evidencia la entrega de tareas policiales a las Fuerzas Armadas. Así que ni principios constitucionales eficaces ni carrera sólida ni evaluación por parte del Estado mismo, menos de la sociedad.

El relato es el mismo: cada nueva policía es “de élite”, frase imbatible para lograr el relato mediático que una y otra y otra vez hace su función de caja de resonancia para aplaudir, sea cual sea nuestra historia. No aprendemos, simplemente no conectamos los puntos que están a la vista.

Ya nos dijeron todo lo que alguien puede decir para vender la idea de que tendremos -tenemos- la mejor policía en el ámbito federal, cayéndose todo a pedazos después. Ya se hizo toda la propaganda imaginable, como ahora la hace la Guardia Nacional; por cierto, al respecto no se pierdan este ensayo de Claudio Escandón, publicado en el repositorio de estudiantes de Servicio Social en el Programa de Seguridad Ciudadana de la Ibero CDMX.

El pasado 28 de marzo se publicó la convocatoria para ser Agente de Investigación e Inteligencia bajo la autoridad de Omar García Harfuch, coincidiendo con nuevas conversaciones que sostuve con policías locales, algunos habiéndose desempeñado en alguna de las instituciones policiales federales desmontadas. Hace falta escuchar a quienes han pasado por ser convocados, formados, contratados y luego expulsados a la calle para entender bien de qué tamaño ha sido el desastre en la función policial federal, incluyendo la transferencia de profesionales de la violencia que luego ingresan a las filas de la delincuencia organizada, probablemente ya por miles.

Ya sé, piensan que es tiempo de aplaudir, una vez más; tal como nos han dicho tantas veces: lo que toca es apoyar, lo que toca es sumar para “sentar las bases”. Llevamos 200 años como nación independiente y seguimos aceptando aquello de sentar las bases para la función policial federal profesional.

Nada romperá el ciclo a menos que logremos reconstruir la manera como el Estado mexicano entiende la función política de la policía, dejándola madurar en su autonomía profesional. Está en la política la barrera impasable que no permite esto en casi todo el país. Desafortunadamente el sistema político se ha estabilizado acompañando la crisis de seguridad, no resolviéndola.

Ya sabrá cada quien si exige frenar el ciclo o quiere seguir aplaudiendo.