Gracia cara y gracia barata
Hoy, que celebramos el Nacimiento de Jesús, conviene reflexionar sobre este acontecimiento, pues muchas veces lo reducimos a un sentimiento dulce, romántico y empalagoso.
Sin renunciar a la dulzura de Navidad, conviene que reflexionemos en la exigencia que conlleva creer en ese misterio. Para eso, nos serviremos de unas meditaciones de Dietrich Bonhoeffer que, sin ser exactamente pensamientos sobre la Encarnación de Jesús, proporcionan suficientes elementos para obtener una aterrizada meditación.
Antes de ofrecer esos pensamientos, conviene tener presente la identidad del autor. Bonhoeffer fue un cristiano alemán, teólogo protestante, que se caracterizó por su fuerte resistencia al nazismo. Incluso, fue ejecutado por conspirar en el frustrado atentado contra Hitler.
En un escrito espiritual que tituló “Nachfole” (Seguimiento), distinguió entre gracia cara y gracia barata: “La gracia barata es el enemigo mortal de nuestra Iglesia. Nuestra lucha hoy es por la gracia cara... Gracia barata es gracia como doctrina, como principio, como sistema... En esta Iglesia el mundo encuentra una tapadera barata de sus pecados, de los que no se arrepiente y de los que no desea liberarse”.
Agregó: “Gracia barata es predicación del perdón sin penitencia, es bautismo sin disciplina eclesiástica, es eucaristía sin confesión de los pecados, es absolución sin confesión personal. Gracia barata es gracia sin seguimiento, gracia sin cruz, gracia sin Jesucristo vivo, encarnado”.
Para Bonhoeffer, era necesario volver a los orígenes y vivir un nuevo monaquismo: “La restauración de la Iglesia viene ciertamente de una forma de nuevo monaquismo, que con el antiguo solo tiene en común una vida sin compromisos según el sermón de la montaña en el seguimiento de Cristo, Creo que es tiempo de reunir personas para esto... La respuesta no es una confesión de fe verbal, sino un actuar obediente”.
¿Vivo la gracia cara?