Guerra y cobro de piso en Sinaloa
Del narco ‘puro’ al crimen diverso

Alejandro Sicairos
08 mayo 2025

Primero llegaron matizando la extorsión en el tono cortés que lo invitaba a pagar derecho de piso, consistente en 60 mil pesos mensuales, a cambio de que esa fracción del Cártel le brindara protección contra el otro segmento que, según le advirtieron, es más peligroso y cruel. El emprendedor les dijo que no disponía de tal cantidad ni con las ganancias mensuales logradas por el negocio. Los sicarios se fueron dejándolo con la frase amenazante: “bueno, conste que te advertimos”. Al día siguiente la pequeña empresa amaneció marcada con la ráfaga criminal que obligó a cerrar y despedir a los trabajadores.

Así podría resumirse un caso ocurrido el lunes en cierto sector de Culiacán, breviario de centenas de agresiones donde las víctimas son colocadas en la disyuntiva de bajar las cortinas de los establecimientos o atenerse a las consecuencias, dilema que delata la aberración de cualquier sistema de seguridad pública y procuración e impartición de justicia que deja en indefensión a la población pacífica y sus esfuerzos por el progreso lícito.

Fue totalmente predecible que iba a suceder así. Cuando el operativo militar y policial para pacificar Sinaloa le apostó a dejar correr la confrontación en la narcoguerra, a sabiendas de que luego vendría el debilitamiento logístico, táctico y financiero de las células del Cártel en choque, debió prever y atender la coyuntura presente con el crimen buscando tomar a la fuerza los recursos monetarios de fuentes legítimas de la economía.

Quizá hubo exceso de confianza gubernamental y social al calcular la continuidad de aquel esquema que el Cártel de Sinaloa había sostenido desde su fundación al finales del Siglo 20, apostándole la operación y financiamiento a las jugosas utilidades del tráfico de estupefacientes, hasta que en la segunda década del milenio actual comenzó a diversificar actividades para incursionar en los giros negros, narcomenudeo y después en la fabricación y distribución de drogas de diseño como el fentanilo que así como causa estragos en la salud pública trastornó también la mentalidad de los relevos de las jefaturas de las organizaciones criminales.

Al menos en los tiempos que Joaquín “El Chapo” Guzmán e Ismael “El Mayo” Zambada lideraron el CDS impulsaron el concepto de narcos “puros”, es decir dedicados sólo a la mariguana en un inicio, la cocaína posteriormente y finalmente las metanfetaminas, haciendo florecientes negocios al margen de otros modos de delincuencia como el secuestro, la extorsión, narcotienditas y robo de automotores.

Con aquel viejo estilo el también llamado Cártel del Pacífico inundó de drogas prohibidas los centros de consumo, principalmente el de Estados Unidos, y a la par trajo a México incuantificables capitales económicos de procedencia ”dudosa” que le permitieron inyectar dinamismo a las economías nacional y regionales a través del lavado de dinero. En dicha época la Jauja del narco con el modelo “más negocios y menos muertos” hizo visible la riqueza en Sinaloa con excepcional capacidad de consumo en las ciudades y las evidentes huellas de ostentación de riqueza hasta en las rancherías más apartadas.

Cómo cambian las cosas. Sin los pioneros del Cártel moderando en las narcoguerras, en estos momentos las zonas urbanas y rurales se han convertido en campos de batalla donde la sangre marca los territorios que un día tiene en su poder una fracción del narco y en horas cambia la correlación de fuerzas criminales. El Fuerte, Choix, Sinaloa, Badiraguato, Angostura, Ahome, Guasave, Salvador Alvarado y Mocorito son los municipios que recientemente evidencian estas vertiginosas rupturas e intermitentes reacomodos.

El problema está en que la delincuencia necesita de más dinero para sostener la larga guerra intestina y contra el Gobierno, y lo quiere sacar de sectores de la economía que a duras penas sobreviven con ventas en picada y el miedo atosigante que insta a la rendición de emprendedores y grandes empresarios. En lo lógica criminal nadie entiende el efecto dominó de narcoguerras donde antes de la quiebra en las finanzas del narco sucede la debacle de la economía legal por violencia exacerbada.

Y en este paisaje ensombrecido por la atrocidad en todo y contra todos, él que es uno de los tantos emprendedores que se refugian en el anonimato y el encierro domiciliario como último reducto de las víctimas, se la jugó con un proyecto de varias pequeñas empresas del mismo giro que fueron el soporte de la economía familiar y la fuente de ingresos de 10 trabajadores. Pero el sueño que cristalizó durante 10 años se acabó el 5 de mayo cuando vio decenas de impactos de balas sobre las fachadas de los establecimientos, plomo que mató su plan de vivir con paz.

En la violencia que aterra,

Predominan los testimonios,

De entrañables patrimonios,

Que se traga la narcoguerra.

Son invisibles por la falta de denuncias la incidencia y las víctimas del cobro de piso por parte de la delincuencia afectando a empresarios de Sinaloa, pero desde 2015 se tiene registro de la llegada de este tipo de ilícitos a Mazatlán contra los sectores hotelero e inmobiliario. En Culiacán dicha modalidad de la extorsión hizo crisis en 2017 con el asesinato del propietario de una recicladora de plástico instalado en el corredor industrial El Quemadito, mientras que en el norte en 2024 afectó a productores de papa y transporte de carga agrícola. El miedo en la IP a las represalias o a sufrir mayores consecuencias coadyuva a que la Fiscalía General del Estado y la Secretaría de Seguridad Pública prácticamente den por inexistente el delito.