Hacer lo debido

Rodolfo Díaz Fonseca
19 febrero 2020

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@rodolfodiazf

 

Los seres humanos fabricamos muchos sueños, metas y proyectos. Si no logramos cumplir estos objetivos, podemos sentirnos totalmente frustrados y derrotados.

Sin embargo, antes de tirar la toalla y declararnos vencidos, es preciso reconocer que en muchas ocasiones proyectamos planes y programas sin fundamento. Es como si quisiéramos construir un gran edificio sin contar con buenos cimientos.

Lógicamente, no pregonamos que debamos contentarnos con migajas cuando pudiéramos tener acceso a una mesa de apetecibles viandas. Sería lamentable que no tuviéramos grandes ideales ni lucháramos por un promisorio futuro.

Empero, tampoco es posible embarcarse en colosales aventuras cuando no se dispone de los medios adecuados para conquistarlas. Tal vez por tratar de hacer lo imposible no hacemos lo que sí está a nuestro alcance. Eso no es navegar en la mediocridad, sino ajustarse a la realidad y ser práctico y consecuente. Un antiguo refrán señala que no es posible repicar las campanas y andar en la procesión.

Carlos Fuentes, en “El espejo enterrado”, indicó que nos movemos entre lo deseable y lo posible, que nos lanzamos en pos de faraónicas hazañas y, a veces, nos corresponde cumplir con labores más humildes y sencillas:

“Todos luchamos entre lo que es deseable y lo que es posible. Todos nos enfrentamos a exigencias abstractas y tratamos de reducirlas a tamaño irónico mediante el absurdo. Todos quisiéramos vivir en un mundo razonable donde la justicia es concreta. Todos somos, a veces, personajes épicos como Don Quijote, pero la mayor parte del tiempo vivimos vidas picarescas como Sancho Panza. Todos quisiéramos significar más de lo que somos. Pero nos ata a la tierra la servidumbre de comer, digerir, dormir, movernos. San Juan desea trascender todo el silencio, mientras santa Teresa dice: “entre los pucheros anda el Señor”.

¿Cumplo con lo debido?