Inmadurez juvenil

Rodolfo Díaz Fonseca
12 marzo 2020

""

rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf

 

Los adultos mayores se quejan de la impaciencia de los jóvenes por alcanzar la sabiduría. La fogosidad y vigor juvenil obnubilan el entendimiento. La paz y la madurez se conquistan con la tranquilidad, silencio y reposo.

En efecto, el líquido en ebullición no permite ver el fondo de la olla y amenaza con salpicar a quien se encuentra vecino. Cuando el líquido termine de lanzar sus incontables burbujas, la olla mostrará con claridad y sin tapujos lo que contiene en su interior.

Goethe, en las conversaciones que sostuvo con Johann Peter Eckermann, lamentó que los jóvenes desprecien las enseñanzas de los viejos y lanzó una ardiente pregunta: “¿suele hacerse caso de lo que aconsejan los viejos? Todo el mundo se cree que hace las cosas mejor que nadie, y a causa de ello muchos se han descarriado y otros han estado dando inútiles vueltas”.

Sin embargo, reiteró, es necesario escuchar el consejo de los viejos para no repetir los errores: “Pero ahora, en verdad, ya no es momento de equivocarse. Para algo estamos los viejos. ¿Y de qué hubieran valido todos nuestros tanteos y nuestros yerros si ustedes los jóvenes tuvieran que tomar la misma senda extraviada? Poco se adelantaría en el mundo. A nosotros los viejos pueden perdonársenos los errores, porque no encontramos los caminos desbrozados”.

Después, arguyó: “Por eso debe exigírsele mucho más a quien ha llegado después al mundo. No podemos admitir que vaya tanteando y errando, sino que está en la obligación de aprovechar el consejo de los viejos y, por lo tanto, de tomar derechamente el buen camino. Hoy es innecesario enfilar la senda que a la larga puede conducirnos al apetecido fin; cada paso debe ser ahora un fin, aunque sin dejar de ser paso”.

¿Aprovecho la sabiduría de los mayores?