Juventud sin esperanza
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Ayer, hablamos del desprecio hacia los jóvenes, en el sentido de que muchos adultos consideran que la juventud actual es una etapa perdida. Sin embargo, poco se recapacita en que los jóvenes languidecen en el vacío, porque no encuentran un brillo de esperanza en su futuro.
Claro, no nos referimos a todos los jóvenes, pero sí a una gran porción de ellos que vive sin metas, alicientes ni motivaciones, de ahí que son presa fácil de quien les proporciona un espacio de poder, bizarra dignidad y retazos de autoestima.
Es importante destacar que sus oscuros empleadores que les otorgan dinero fácil no les garantizan el futuro ni el éxito, lo que sí les ofrecen desde el primer instante es la garantía de vivir el momento. Esta satisfacción inmediata es la que encandila a los jóvenes, aun cuando el riesgo de perder la vida sea constante e intenso, al igual que hace la luz al atraer a su cremación a la mariposa.
¿Por qué se enrola el joven? Porque carece de identidad, ansía sentirse aceptado y desea pertenecer a un grupo. A todos nos urge cubrir esa necesidad de pertenencia, sobre todo cuando percibimos que existen muchas plagas en el mundo en que nos movemos: indiferencia, apatía, escepticismo, falta de compromiso y ausencia de ética.
Renglón especial merece la frustración de las expectativas de muchos de los jóvenes actuales, lo cual conduce a la comisión de actos violentos, rechazo social o consumo de drogas. Y es que la juventud se ha fetichizado como la mejor edad de la vida (mientras que antes era espacio de paso y aprendizaje), lugar de honor que antes se concedía a la madurez o ancianidad, como fuente de experiencia, prestigio, importancia y sabiduría.
¿Proporciono un horizonte de esperanza a la juventud?